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Reportaje:

La Armada rosa

Las fuerzas navales británicas buscan refuerzos en la prensa homosexual

"En la Armada no hay más que sexo, ron y latigazos", dijo una vez Winston Churchill. El látigo fue prohibido en 1949. La ración diaria de ron fue suprimida en 1970. El veto a los homosexuales fue abolido en el año 2000. Ahora, la Royal Navy ha dado un decidido paso hacia la modernidad anunciándose en la prensa homosexual para convencer a gays y lesbianas de las ventajas de la vida a bordo y ha firmado un acuerdo con Stonewall, una activa organización de defensa de los derechos de los homosexuales, para fomentar el respeto a la diversidad sexual en la marina británica.

Lejos quedan los tiempos en que los marinos eran expulsados del ejército si eran sorprendidos cometiendo sexo contra natura o simplemente por admitir que les gustaba. Lejos también, aunque no tanto, la soterrada histeria que se desató a finales de los sesenta, cuando el mando descubrió las fiestas homosexuales con que mataban el tiempo a bordo y en tierra los mozos enrolados en el portaaviones Far East o la costumbre de los marinos de visitar los burdeles de Bermuda o de Singapur sin hacer distingos entre hombres, mujeres o transexuales.

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La Navy llegó entonces a la conclusión de que la mitad de sus hombres había tenido "relaciones pecaminosas" alguna vez, aunque muchos de ellos "no eran realmente pervertidos, sino algo laxos". Aunque no faltaron mandos que advirtieron ya entonces sobre "los cambios increíblemente rápidos que se están dando en la moral sexual occidental", la Navy afrontó el problema con la tradicional receta de mano dura contra "el vicio antinatural".

Ahora todo es diferente. La homosexualidad es legal en el Ejército británico desde el año 2000. Las Fuerzas Armadas aceptaron en septiembre de 2003 otorgar los mismos derechos en materia de pensiones a las parejas de hecho registradas, tanto homosexuales como heterosexuales. Y las parejas de gays y lesbianas tendrán derecho a vivir en las residencias militares, aunque el sexo sigue estando prohibido en cuarteles y navíos.

Sin embargo, apenas un puñado de los 2.100 homosexuales o lesbianas que se estima que hay en la Navy han salido del armario. El capitán de corbeta Craig Jones fue uno de los primeros en reconocerse como gay en 2000, tras 11 años de servicio y doble vida. Jones, de 36 años, vive en Brighton con su pareja desde hace 10 años, Adam Mason, un psicólogo clínico de 29 años. Él fue quien convenció al almirante sir James Burnell-Nugent para firmar el acuerdo con Stonewall.

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Mientras la Navy se anunciará en la prensa homosexual para captar gays y lesbianas, Stonewall promoverá la diversidad sexual mediante seminarios, panfletos y asesoramiento especial. Stonewall espera que la RAF y el Ejército de Tierra se sumen también al programa Campeones en la Diversidad, asumido hasta ahora por 90 empresas u organismos como British Airways, Sainsbury's, IBM o el Foreign Office, con más de dos millones de empleados.

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