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FÚTBOL | 25ª jornada de Liga

Siguen los gritos racistas y la plaga de lesiones

Diego Torres

La veterana peñista local midió de un vistazo el reflejo de una bengala roja en un callejón de Riazor. Escuchó atentamente el jaleo, encendió un pitillo, y emitió un dictamen de pitonisa: "Cuando la calle está así gana el Depor". Faltaba una hora para el partido y la multitud llenaba los bares aledaños al estadio. Las sensaciones colectivas, la taumaturgia, el misticismo, son cosas que Galicia lleva muy adentro. Desde 1991 el Madrid no gana en Riazor. Una tras otra, hasta 12 veces se había estrellado en el viejo estadio coruñés.

El huevo que le lanzaron a Beckham la víspera del encuentro es una anécdota folclórica y un índice de falta de respeto por ciertas deidades de la globalización. En el estadio, sin embargo, se llegó al insulto. Al cuarto de hora del encuentro, Roberto Carlos se disponía a sacar de banda, pero no lo hizo. En ese momento, Losantos, el árbitro, se dirigió al lado contrario del campo para advertir al delegado de campo que grupos minoritarios de la grada ofendían al jugador con gritos que trataban de imitar el sonido de un mono."Rogamos a los espectadores que traten con respeto a todos los jugadores, sea cual sea su raza", gritaron los altavoces.

Ahora el deportivismo es religión. Y la feligresía se alimenta del rechazo al color blanco porque es el símbolo de los obstáculos históricos que se ha propuesto derribar este equipo de talante subversivo.

Ya mientras corría el autobús del Madrid hacia el avión, el viernes por la tarde en Barajas, se percibía que los jugadores y el cuerpo técnico tenían un aire feliz pero resignado. Frases como: "Es en la primera mitad de la Liga cuando las cosas se pusieron complicadas", o "con siete puntos de diferencia y contra un equipo que está jugando así es muy difícil [ganar el campeonato]" recorrían el grupo. Con este talante reflexivo y sereno llegó el Madrid a A Coruña. Tal vez, no era el mejor espíritu para afrontar un choque contra un adversario inflamado de belicosidad. Al menos ayer.

Tan bien funcionó el Depor que antes de quince minutos ya se había adelantado. Mauro, que jugó su último partido contra el Madrid, campaba inflando el pecho: nunca había perdido este duelo y ya nunca lo perderá. Zidane nunca lo había ganado y ayer apenas pudo intentarlo. Desde el minuto 27 descansó en el banquillo por problemas musculares , baja que se une a la plaga de lesiones que arrastra el Madrid y que después se vio aumentada con la de Raúl Bravo. Tanto Zidane como Raúl Bravo son duda para el partido del miércoles en Sevilla frente al Betis.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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