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Cristina Batllori vuelca su pasión por la textura en su nueva serie pictórica

La pintora barcelonesa trabaja en un proyecto inspirado en la obra de Kipling

El estudio de la pintora Cristina Batllori (Barcelona, 1952) es como un pequeño oasis urbano. Diversos tipos de arena reposan en grandes cajas transparentes, a la espera de convertirse en parte de sus cuadros. A su lado, un repertorio de rollos de cuerda aguarda el mismo destino. Batllori es una enamorada de la textura, y ambos materiales le ayudan a dar cuerpo a sus obras. Con ellos trabaja en su proyecto más reciente, la serie Sorra, poesia i vida, inspirada en el poema If (Si), de Rudyard Kipling.

Desde hace más de una década, Cristina Batllori se ha ido encontrando a diario con los versos de Kipling. "Lo he leído cientos de veces. Para mí, es un referente de lo que una persona debe ser en la vida", reflexiona. Decidió tomarlo como leitmotiv de su trabajo porque, como ella misma explica, le gusta "dar un hilo conductor" a sus obras, "que tengan un sentido y una coherencia".

En Sorra, poesia i vida, que ha expuesto recientemente en la Sala Montcada de Barcelona, cada cuadro parte de un fragmento de If. Batllori se ha sumergido tanto en el universo del poeta que piensa seguir utilizándolo como fuente de inspiración. "Es tan intenso que no se agota en una primera lectura", dice la artista, que tras el verano exhibirá sus nuevas aproximaciones al poema en el Palau de la Música Valenciana.

En la serie, las palabras de Kipling están escritas sobre el lienzo. Junto a ellas, la cuerda y la arena dibujan espirales que remiten a distintas etapas de desarrollo personal. "Para mí, la cuerda representa la vida. Con ella dibujo círculos, como un camino marcado, porque en la vida la libertad es sólo relativa. El trazo de las cuerdas me permite evocar momentos de mayor o menor soledad, etapas más intensas y otras más reposadas", señala. La artista es amante de la suavidad cromática -"casi nunca utilizo colores fuertes"-, y en sus cuadros predominan los blancos, cremas y, como contrapunto, los grises y negros. Pocas de sus obras son piezas únicas. La mayoría se estructuran en series de dos o cuatro cuadros, que le permiten desarrollar mejor los temas.

Batllori se siente satisfecha de la acogida que el público ha dispensado a la exposición en la Sala Montcada. "Me he dado cuenta de que la gente es muy sensible. Hemos repartido centenares de copias del poema, y muchas personas me han dado las gracias por haberles proporcionado la ocasión de reencontrarse con él".

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