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Reportaje:

El arrojo del verso joven rompe moldes

Cuatro autores malagueños alteran la rutina de la lectura poética tradicional y la mezclan con el videoarte

Javier Martín-Arroyo

La prensa local de Málaga publicaba anteayer la participación del poeta Fernando Florián en una lectura colectiva en el céntrico Ateneo. Tal escritor no existe. Fue la treta que cinco jóvenes poetas ingeniaron para denunciar el anquilosamiento del panorama literario andaluz.

Florián -interpretado por un actor- sólo pudo leer dos sesudos poemas antes de que la pantalla le tapara para dar paso a una proyección poética. El publicitado como "arquitecto de la palabra" fue silenciado, y el público superó el desconcierto y aplaudió antes incluso de que el acto en sí comenzara.

"Queremos sujetar el poema a la tierra, hacerlo corpóreo y que no parezca compuesto por palabras. Innovar y comunicar de otra forma". Cristóbal Jiménez describe la intención que le unió a otros tres poetas para hacer atractivos sus versos con imágenes en la proyección conjunta del pasado viernes.

"Reivindicamos sacar el disfrute lírico fuera del libro y multiplicar la percepción"

"La Iglesia es el detergente quitamanchas/ y la mancha la llevamos todos defecto de fábrica/ porque hay que vender detergente" leía María Eloy-García de su libro Metafísica del trapo. "Mi objetivo es literalizar lo cotidiano y cotidianizar lo literario. Vamos, una fricada -rareza, del anglicismo freak-". La joven poetisa habla con una mezcla de crudeza y pasión para explicar que está harta de la mayoría de la poesía actual publicada y que desea una alternativa. Cuenta que en la última década aguantó estoica en demasiadas lecturas poéticas insufribles por un "estúpido pudor". "Cuando vemos, ¿qué vemos? Nunca vemos un torso de Apolo. Vemos cajeros, tendederos y semáforos. Estoy harta de alondras", se queja.

Esta enfant terrible local animaba el viernes a sus lectores a bucear en el código poético alejados del formato libro, mientras prepara su cuarto poemario Cuánto cuesta cuánto. Le cuesta disparar cada uno de sus dardos: "No coincido vital y poéticamente, son dos realidades mías y cuando no encajan me salen los poemas". García-Eloy ha sido galardonada con el Premio Carmen Conde y el Ateneo-Universidad de Málaga, pero siempre dirige su mirada a la calle. "La poesía hay que echarla al fango", añade.

"El Ateneo estaba alicaído y pensamos revitalizarlo con estas sesiones", aclara Martín Moniche, responsable de este foro cultural. Comenzaron por renombrar el centro como Neoateneo en diciembre, y una vez al mes organizan estos puntos de encuentro gratuitos como escaparate cultural de disciplinas como el videoarte, la poesía y la música de autor. La próxima aventura será una noche nazarita en la que la decoración y vestimenta del público sitúen en el tiempo, y ayuden a disfrutar de la música electrónica y la danza del vientre de la bailarina Olaya Molla.

Para difundir la poesía actual, Moniche acudió junto a Txema Martín a María Eloy-García para que ejerciera de cicerone, y ésta reunió a poetas jóvenes dispuestos a transgredir con la palabra a través de la literatura efímera. Uno de ellos, Lucas Martín, critica a los lectores pero sobre todo "a las instituciones que criban la poesía de gran consumo". "No se puede generar contagio a la poesía poniendo a un niño a contar versos". Martín reivindica multiplicar la percepción y sacar el disfrute lírico fuera del libro.

Entre el público, María López decía que le había encantado porque en Málaga "la cultura está muy desvertebrada, aunque la subversión es obligación de la gente joven, y si no sólo saldrían poetas clones". La rompedora propuesta buscaba esquivar la lectura tradicional porque, como explica Moniche, "estábamos hartos del poeta de flexo y gin tonic".

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.
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