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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sabores del Piamonte en el barrio de Salamanca

CAPUT MUNDI, nueva 'trattoria' de diseño que se suma a los restaurantes italianos de Madrid

José Carlos Capel

Un nuevo restaurante fashion se acaba de sumar a la larga familia de locales italianos que trabajan en Madrid en estos momentos. Aunque su comida no sobresale por nada en concreto, en poco tiempo ha merecido el beneplácito de esa larga clientela de incondicionales que se declara adicta a las especialidades del país transalpino. Hasta hace poco tiempo, hablar de comida italiana presuponía aludir a recetas de corte familiar tarifadas a precios moderados. Salvo excepciones, ni las pastas ni las pizzas ni las carnes guisadas obligaban a grandes dispendios. En los últimos tiempos, sin embargo, algunas trattorias de diseño han roto con esta premisa para sumarse al grupo cada vez más numeroso de establecimientos en los que, lamentablemente, resulta difícil comer por menos de 50 euros. Éste el caso de Caput Mundi, donde sus propietarios, los hermanos Davide y Arianna Luccardi, bajo la asesoría de su madre, Nadia Tomassetti, ofrecen recetas piamontesas con diversas aportaciones regionales, desde Sicilia hasta la Lombardía.

CAPUT MUNDI

Castelló, 83. Madrid. Teléfono 915 78 26 05. Cierra: domingos noche y lunes. Precio medio, entre 45 y 55 euros. Ensalada templada de langostinos, 9,50 euros. 'Risotto Caput Mundi', 18 euros. 'Ossobuco' de ternera con salsa de tomate, 16,50 euros. Tiramisú al café, 6 euros.

Pan ... 4

Café ... 5

Bodega ... 6

Ambiente ... 8

Servicio ... 4

Aseos ... 7

Platos convencionales, presentados a la vieja usanza y con un irrenunciable aire casero, en los que nada llama la atención, salvo las láminas de oro fino que cubren dos de sus propuestas, el risotto Caput Mundi (variante del arroz a la milanesa inspirado en una receta del veterano Gualtiero Marchessi) y la tartita de chocolate caliente. Coronando ambos, lascas de oro puro de 24 K, según pregona la carta, que se convierten en un elemento de reclamo megalómano sin que el dorado metal mejore su sabor un ápice. En definitiva, un restaurante de tipo medio donde sus especialidades no decepcionan ni tampoco suscitan grandes entusiasmos. Las berenjenas fritas con salsa de tomate y queso mozzarella son correctas; los ravioles rellenos de requesón, algo anodinos, y la lasaña con ragú de carne, simplemente pasable.

Detrás de los fogones opera el chef Simone Broto, cocinero con un variado currículo, incluidos los hoteles Cipriani de Venecia y Dorchester de Londres. El resto de sus propuestas suscitan impresiones desiguales: es fantástico el carpaccio de pulpo con alcaparras, corriente el ossobuco de ternera y demasiado pesado el risotto Caput Mundi, totalmente cargado de lácteos. Por el contrario, resulta muy bueno el escalope de ternera a la milanesa, sencilla sugerencia del día.

UN LOCAL AMPLIO

LA ESTÉTICA del local y la orientación comercial de Caput Mundi (cabeza del mundo) responden a criterios bien definidos. Los falsos frescos que ilustran sus paredes, las bolas doradas que figuran sobre pedestales y las lascas de oro que coronan dos de sus especialidades son pura metáfora, una alusión al viejo esplendor de los banquetes de Roma. El local, más amplio de lo que a primera vista parece, se distribuye en dos plantas ambientadas de la misma manera. Incluso con los comedores a media entrada, el servicio, a todas luces insuficiente, deja al descubierto sus graves carencias. Olvidos, retrasos, ausencias y despistes graves son la tónica cotidiana. Hasta es posible que, según el momento, los clientes se vean obligados a retirar sus propios abrigos del ropero o a padecer largas esperas entre plato y plato.En el capítulo goloso, más de lo mismo. Ninguno de sus dulces desentona ni genera alegrías desmesuradas. Su peculiar versión del tiramisú deja algo indiferente; el semifrío de turrón es bien discreto; la panna cotta (flan de nata) resulta buena, pero no excelente, y la tartita de chocolate con láminas de oro, bastante delicada. Tampoco destaca el pan, francamente malo, ni el café, muy fiel al estilo italiano (tueste intenso y muy concentrado), que se elabora de forma incorrecta.Al margen de la carta existe un menú degustación para un mínimo de dos personas. Por 40 euros se ofrece un plato de aperitivo, cuatro medias raciones y un postre, además de café y copa de vino. En la bodega, sólo vinos italianos, desde los mejores hasta los más vulgares.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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