Martine Frank y los 7 enanitos

Martine Franck (Anvers, Bélgica, 1938), además de heredar la filosofía de Cartier-Bresson, es poseedora de una singular forma de registrar imágenes, tangencial en lo visual con los ejes del pensamiento budista. En esta exposición dialogan una toma frente a otra en clave de relato literario/fotográfico con el único fin de construir una suerte de novela pletórica de instantáneas o un álbum donde prima el cara a cara con lo vivido.

Son 50 registros, titulados Martine Frank, fotógrafa, con los argumentos de una trayectoria en la agencia Magnum (de la que forma parte desde 1980). Se puede apreciar como una muestra antológica e histórica. Son fotos del rico universo iconográfico del teatro y de toda su parafernalia. También de paisajes desérticos y ante todo subrayamos las virtudes de sus retratos -muy peculiares e intimistas-, que como explicaba su marido tienen que "arañar el alma vista desde el silencio de quien se planta ante el objetivo y desde quien lo dispara frente a frente". Martine explica que su infancia fue cosmopolita, de la cual conservó el amor por los viajes y el recuerdo de lugares y caras distintas y nuevas que añadía a su agenda de mestizajes.

En esta exposición se evi

dencia la apuesta por un relato del inicio de un viaje que la marcó. Cuando se trasladó de Nueva York a Arizona, antes de su vuelta a Londres (1944), "donde todavía caían las bombas volantes V2, fue cuando comencé a interesarme por la historia del arte (a los 13 años), primero en Inglaterra y posteriormente en la Universidad de Madrid". Aunque la exposición da fe de que su vocación frustrada fue la de trabajar en un museo para transformarlo.

Posteriormente formó parte de los creadores del grupo Time-Life, más tarde fue clave su colaboración con el Teatro del Sol, más su formación en la plantilla de la agencia VU. De aquella etapa se dice: "Como era la única mujer del grupo, la llamaban Blanca Nieves y los siete enanitos" (el total de los componentes de la nómina).