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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Hans-Jürgen Wischnewski, el héroe de Mogadiscio

Le llamaban Ben Wisch. El mote, que le encantaba, se lo puso el líder socialdemócrata Willy Brandt por sus excelentes contactos con los árabes. Su momento de gloria fue aquel 17 de octubre de 1977 en el aeropuerto de la capital de Somalia cuando por su intervención se ganó para siempre otro apelativo que no le gustaba: héroe de Mogadiscio. El político socialdemócrata Hans-Jürgen Wischnewski murió el jueves, tras varios días en coma, a los 82 años en Colonia, donde tenía su distrito electoral, que representó de 1957 a 1990 en el Parlamento Federal (Bundestag).

La carrera de Wischnewski puede considerarse modelo en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Alcanzó peldaño a peldaño las cotas más altas y tenía el pedigrí socialdemócrata del olor a cuadra. Hijo de un funcionario de aduanas, Wischnewski nació en la entonces región alemana de Prusia Oriental, fue soldado en la Segunda Guerra Mundial, después trabajó como metalúrgico y se afilió al SPD y al sindicato IG Mettall, del que pronto fue funcionario.

En el SPD fue Wischnewski presidente de las Juventudes Socialistas (Jusos), 33 años diputado, tesorero del partido y secretario general. En el Gobierno fue ministro de Cooperación Económica con la gran coalición del SPD con la democracia cristiana (CDU/CSU) entre 1966 y 1968, y después, secretario de Estado de Asuntos Exteriores y de la Cancillería en los gobiernos de Willy Brandt y Helmut Schmidt.

Era Wischnewski un socialdemócrata de derecha que no vaciló en ponerse del lado de Schmidt en el debate sobre el estacionamiento en Alemania de los euromisiles de Estados Unidos como respuesta a las SS 20 soviéticas.

Sus contactos con los árabes datan de sus días de joven socialista, cuando se identificó tanto con la causa de la independencia de Argelia, que llegó a manejar en Colonia la caja del Frente de Liberación Nacional (FLN). A partir de ahí se le abrieron las puertas del mundo árabe, donde le recibían como amigo en todas partes.

Se especializó en misiones delicadas, lo que le valió otro mote: el 007 de Bonn. Del todo injustificado, porque sus armas no eran otras que su poder de convicción, su capacidad y paciencia para negociar y un maletín que siempre le acompañada lleno de poderosas razones para ganar voluntades.

Gracias a sus gestiones ante el dictador de Somalia Siad Barre, la unidad antiterrorista alemana GSG 9 pudo intervenir en aquel país de régimen marxista y liberar con vida en el aeropuerto de Mogadiscio a los 86 rehenes secuestrados en un avión de Lufthansa por un comando palestino. Los secuestradores exigían la liberación de los presos del grupo terrorista Baader-Meinhof y amenazaban con matar a los rehenes. La acción del GSG 9 concluyó con la muerte de tres terroristas y todos los rehenes vivos. Wischnewski telefoneó al canciller Schmidt y pronunció una frase que entró en los anales: "El trabajo está hecho". Al día siguiente los cabecillas de la Baader-Meinhof se suicidaron en la cárcel de Satmmheim. Wischnewski regresó a Bonn, donde el frío hanseático Schmidt se le echó al cuello con lágrimas en los ojos. Wischnewski le dijo: "Modérate, Helmut, que están ahí los fotógrafos".

Entre múltiples misiones delicadas se puede mencionar su intervención en el rescate de la hija del presidente de El Salvador Napoleón Duarte, en poder de la guerrilla; mediar en las negociaciones de paz entre los sandinistas y la Contra, o conseguir la libertad de presos en poder del dictador iraquí Sadam Husein.

Fumador empedernido, en una de sus últimas gestiones por encargo del Gobierno alemán, el pasado abril, le pregunto al dictador sirio Gaddafi si se podía fumar en su tienda. Gaddafi le respondió: "Sí, pero le advierto que es muy perjudicial para la salud". Hacía ya 14 años que no ocupaba su escaño en el Bundestag, pero se mantenía activo en misiones de asesoramiento y mediación. Su última aparición pública notoria fue cuando se presentó en Ramala en una silla de ruedas para asistir al entierro de su amigo Yasir Arafat.

Hans-Jürgen Wischnewski.
Hans-Jürgen Wischnewski.EFE

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