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Columna
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O viceversa

Quién sabe si no es usted un líder de opinión, tanto en la política como religión, como en la religión como política. Quién sabe si su propia crítica está en su mesa a la hora de comer, o en la inopia del plato vacío sin que usted lo sepa ver. Puede que sus palabras sean tomadas como dogma por todos, mientras usted se descalabra creyendo que son bobadas, o cosas que dijo otro bobo. La vida es así, una red, un río rápido, hasta un sinsentido o un pez en el plato.

Política como religión, políticas como politeísmo, es preferible el teísmo -y la ceremonia del té- a la opinión en bloque o al desboque de la lengua bajo presión. Y sin embargo, ¡qué gozo, qué libertad, qué brillo, qué alcance más largo el de un simple azucarillo en la charla del café! ¿Por qué la política no es un juego, un parchís, un dominó, un quizás o un por qué no? ¿Por qué todo parece estar escrito en tablas de Moisés, en manuscritos del Mar Muerto, en pergaminos egipcios o en las plantas del huerto? ¿No es acaso el devenir el que nos hace sufrir en intentar rimar metiendo la pata? ¡Pardiez que desconsuelo el del que se bate en duelo, y no consigue su amada ley como un rey que pierde su corona! ¡Rediós (con perdón y con condón), qué amargura cuando la situación se pone dura y uno esconde la mano tratando de rascarse el ano!

Pareciera, oh paradoja, que el sentido común es el más común de los sentidos, y si yo le pido le doy, y así es como van las cosas: a la pata coja y al tun-tún. La vida en rosa, el señuelo, el señor y el lelo, todos tienen cabida en esta bida con "B". Hasta las faltas de ortografía, su madre o mi tía, el error y el desconcierto forman parte del poema: ése es el lema: ¿política como religión? ¡Qué sinrazón! No se es más profundo por más profundas que sean las convicciones, ¿no son éstas buenas razones para revisar su corazón? Cada uno viaja en su bloque como fuerza de choque, ¡y a algunos les llaman locos porque son pocos!

Versificar la democracia no es tarea fácil, cuando unos creen que es mafia, otros pelea, y a los demás les importa un pepino, sin rima fina que valga. Yo entro y usted salga, o viceversa, que la cosa no versa sobre el compromiso, ni tampoco se trata de omitir el caso, sino de darle un buen repaso para ver si todo mejora. ¡Que ya es hora, que los trileros no están invitados -ni falta que les hace- a la boda o a la comunión de la razón por encima de todo credo! ¡Tírese un buen pedo si así cree que va a poner su granito de arena, pero después no le dé pena haber sido sincero! Yo a usted le quiero, por encima de todas las cosas, ahí arriba, en la cima -aunque sea redundante-, pero piénselo un poco antes de enterrarse en el saco del colectivo: es mucho mejor estar vivo.

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