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Reportaje:

La lucha por un futuro docente

Sesenta profesores mantienen su encierro en Bilbao para defender los puestos que pierden por un decreto de Educación

Decenios de experiencia educativa truncados por no poder acreditar un perfil lingüístico rumiaban ayer su angustia en el salón de actos del Instituto Martín de Bertendona de Bilbao. Sesenta profesores con sus sesenta historias personales cumplían allí su segundo día de encierro en protesta por la muerte de su futuro docente a la que, critican, han sido condenados por no acreditar el nivel de euskera para dar clase, el PL2. Son parte de los 157 profesores interinos excluidos por un decreto del Gobierno vasco del pasado julio, tras el acuerdo de Educación con los sindicatos nacionalistas ELA, LAB y STEE-EILAS.

Estos docentes pierden la estabilidad laboral, en algunos casos lograda hace más de tres lustros y en otros conseguida hace un año tras decenas de estancias temporales en distintos institutos de toda la comunidad autónoma, y pasan a engrosar una lista de sustituciones en la que, precisamente por su falta de certificación del conocimiento del euskera, ocuparán los últimos lugares. Eso les augura un incierto futuro, con pocas opciones de reubicación laboral.

Y todo ello con una edad media superior a los 40 años. Así lo recalca Manu Martínez, profesor de dibujo, de 49 años, al que su pasión por la docencia le ha permitido afrontar 14 años de contratos temporales que podían ir "de seis meses a tres días" en institutos de las tres provincias y en diferentes materias, con el reciclaje continuo que eso supone. "No habían creado plazas estables desde 1990 y yo conseguí estabilidad en mayo del año pasado, pero me la quitan por no contar con un perfil en el que la tasa de aprobados es irrisoria y que hasta los euskaldunzaharras suspenden", se queja. El PSE, que ayer respaldó de nuevo las reivindicaciones de los docentes, cifra el porcentaje de aprobados en un 15%.

Araceli García, con 30 años de enseñanza a sus espaldas (11 en la escuela privada y los 19 restantes en la pública), se siente utilizada como "un kleenex". "Estoy indignada. Después de 17 años de estabilidad y después de trabajar en los puestos más difíciles, en barrios conflictivos y con chicos con problemas con los que nadie quiere tratar, me mandan a la calle sin ninguna salida. Y una de las cosas que más me duele es que ELA, sindicato al que he estado afiliada durante 18 años y cuyas cuotas he pagado religiosamente, haya firmado el acuerdo que hace que nos encontremos con esta situación", se lamenta.

Mientras Araceli García lamenta su situación, Irantzun González, alumna del instituto, accede al salón de actos con tres amigas. Las cuatro preguntan a los encerrados la razón de su iniciativa. Junto a ellas se encuentra Mikel González, padre de Irantzun y miembro de la asociación de padres del centro, que ha decidido apoyar las reivindicaciones de los profesores.

El caso de A.M. -no quiere dar su nombre por miedo a ser "señalado"- adquiere tintes casi surrealistas. Con tres años de interinidad y 16 en la educación pública, se encuentra con que, pese a estar dentro de los plazos de aprendizaje marcados por la Administración para profesores liberados para euskaldunizarse, se queda sin la plaza que había logrado por la entrada en vigor del decreto. "Nos utilizan como moneda política y no se dan cuenta de que somos personas. Todo el mundo ha intentado aprender. Madrazo lo intentó y no lo consiguió y el lehendakari muestra un nivel de euskera que yo ya tengo", dice.

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Los encerrados recibieron a media tarde orden de desalojar el edificio, informa la agencia Efe. Una patrulla de la Ertzaintza se presentó en el instituto poco antes de las siete de la tarde y emplazó a los profesores a abandonar el edificio. Los docentes se negaron a la petición de los dos agentes y decidieron permanecer encerrados.

El portavoz de los docentes encerrados, Pablo García de Vicuña, señaló: "Nadie se ha dignado a venir a hablar con nosotros, por lo que nuestra decisión sigue siendo la misma".

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