Y en eso llegó Cornelia
Ni las inclemencias climatológicas ni el fervor futbolístico que suscita el Madrid en la Champions mermaron lo más mínimo el índice de ocupación al concierto de música religiosa de Francesco Corselli en La Encarnación. Y no porque el compositor de Piacenza instalado en su día en España posea una producción de ésas que enloquecen a los públicos del Barroco. Ya se comprobó hace unos años con aquel montaje combinado de Vivaldi y Corselli en la ópera Farnace, representado en La Zarzuela y editado en lujoso disco con la garantía de calidad de Jordi Savall. Los fragmentos de Vivaldi sobresalían, entonces, de la misma manera que cuando anteayer el contratenor catalán Jordi Domènech y el joven grupo centroeuropeo NeoBarock regalaron como propina un aria de Cornelia procedente de Julio César, de Händel, saltaron de inmediato las diferencias y la imagen de Corselli quedó reducida a la de un artesano con buen oficio frente a la maestría del genio händeliano. No obstante, las recuperaciones de autores poco frecuentados son positivas y necesarias, pues ayudan a recomponer el rompecabezas de la historia y a reafirmar los motivos de por qué algunos valores están asentados en la eternidad.
X Ciclo 'Los siglos de oro'
Música religiosa de Francesco Corselli. NeoBarock. Contratenor: Jordi Doménech. Patrimonio Nacional, Fundación Caja Madrid. Real Monasterio de la Encarnación, Madrid, 22 de febrero.
Jordi Doménech dejó una buena impresión en las representaciones del Liceo de Barcelona de Julio César el pasado julio. Y fue precisamente en el fragmento seleccionado de esta ópera donde sus cualidades volvieron a lucir con más brillo. O al menos con más emoción. Tiene un color bello, redondo, y desde ahí proyecta su manera de sentir y de cantar. Las agilidades del allegro Resurrexit, del Regina Caeli en sol mayor, de Corselli, fueron reproducidas con una exactitud no exenta de encanto. Y habría que destacar al completo el Ave Regina Caelorum. El quinteto acompañante tocó con frescura, con transparencia, con un estilo "vivo ma non precipitato", como se indica en uno de los tiempos del concertino a quatro que sirvió de intermedio entre las partes vocales. La amabilidad fue el signo de una velada afortunadamente corta. Para mayores longitudes se requieren programas de más empuje. Aunque no tengan valores musicológicos tan elevados.
Babelia
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