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Crónica:FÚTBOL | Ida de los octavos de final de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un imperial Zidane lleva al Madrid al triunfo

El equipo de Luxemburgo, con un juego autoritario y enérgico, supera con creces a una 'Juve' que no dejó huella alguna

Santiago Segurola

Zidane regresó del frío, o de dónde estuviera en los últimos meses, y dirigió al Madrid a una victoria bastante sencilla, pero corta. La Juve decepcionó. No dejó ninguna huella en el Bernabéu, donde Del Piero fracasó estrepitosamente y donde jugadores como Blasi no explicaron el motivo de su titularidad en un equipo tan prestigioso. Sólo a última hora, con el encuentro roto por la fatiga, la Juve tuvo alguna ocasión. Pero el Madrid mereció la victoria de punta a punta. La consagró el gol de Helguera, la brillante actuación de Zidane y la recuperación de Roberto Carlos, cuya actividad en la izquierda desestabilizó al equipo italiano.

Como es habitual, el Madrid respondió con entusiasmo a la llamada de la Copa de Europa, el torneo que le ha dado fama en el mundo. Había dudas sobre un equipo que se acerca a su final, pero el Madrid jugó con energía y sin distracciones. Lo más notable fue la recuperación de gente como Roberto Carlos y Zidane, que aprovecharon toda la gasolina que les queda en el tanque. Rejuvenecido en un partido crucial para el Madrid, Roberto Carlos recorrió la banda izquierda con frecuencia y mucha intensidad. Zidane se sacó el óxido y regresó a un tiempo anterior, cuando mezclaba fantasía y eficacia desde la media punta. Fue una gran noticia para el Madrid, que tampoco flaqueó en el aspecto defensivo, a pesar de la lesión de Michel Salgado, sorprendentemente sustituido por Raúl Bravo. Zurdo redomado, Raúl Bravo no atravesó por las dificultades previstas. La Juve no aprovechó esta concesión. Nedved se retiró lesionado antes de intentar un regate al improvisado lateral. Tampoco Del Piero dio noticias por aquel costado. En este sentido, la Juve decepcionó clamorosamente. Pareció un equipo cualquiera, combativo, como no puede ser de otra manera en un equipo italiano manejado por Capello. Fuera de los apuntes de Ibrahimovic, no tuvo clase, ni posibilidad de manejar la pelota. No está en su estilo, pero sus miserias resultaron sorprendentes. Finalmente la explicación se encuentra en la presencia de jugadores como Blasi, un zoquete al que nadie se imagina en un gran equipo. Pero corre y choca, y eso se valora mucho en estos tiempos.

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El Madrid rompió el partido en el primer tiempo. Los dos equipos arrancaron con intensidad, sin permitirse espacios ni distracciones. La Juve adelantó la línea defensiva y obligó al Madrid a pensar. Lo hizo con criterio. Buscó fundamentalmente el costado izquierdo, donde se reunieron Zidane y Roberto Carlos, con algunas ayudas de Figo. La Juve no encontró la manera de taponar la herida: en ese flanco se jugó mayoritariamente el partido. De ahí surgieron las mejores ocasiones del Madrid, por allí comenzó a debilitarse la Juve. En la derecha no sucedió nada reseñable. Se debió a dos circunstancias: el ingreso de Raúl Bravo y la lesión de Nedved. Se firmó el armisticio en la derecha, sólo quebrado por alguna incursión de Zambrotta.

La asociación de Zidane y Roberto Carlos produjo efectos inmediatos. La Juve retrocedió y comenzó a defenderse en su área, sin demasiada autoridad, por otra parte. Es cierto que Thuram se mostró elástico en varias acciones y que Cannavaro interceptó algunas jugadas con su contrastada rapidez. Sin embargo, la defensa nunca dio la sensación de imponerse al ataque del Madrid, donde el despliegue de Raúl fue impresionante. Una perfecta conexión entre Zidane y Roberto Carlos, cerrada con un remate de Raúl al larguero, cambió definitivamente el curso del partido. La Juve desapareció hasta bien entrado el segundo tiempo y sólo regresó cuando el Madrid dio demasiados síntomas de fatiga. Eso ocurrió en el último trecho del encuentro, donde Casillas cumplió con el papel que le caracteriza. Rechazó dos tiros venenosos y evitó cualquier problema a su equipo.

No ofreció más la Juve. Ningún jugador salió con el crédito más perjudicado que Del Piero. A su lado, Roberto Carlos, Zidane y Figo, a quienes se les considera en el declive de sus carreras, parecen tres juveniles. A Del Piero le costaba levantar los talones del suelo, como si las piernas le pesaran una tonelada. A Ibrahimovic, no. Es un delantero temible al que todavía le faltan un par de temporadas para consagrarse. En el Madrid, Ronaldo se consagró hace tiempo, pero en los últimos partidos no logra imponer su poderío. Sólo dejó la firma de un remate seco que desvió Buffon con mucho estilo. No fue su noche, en cualquier caso. Fue sustituido, pero no recibió la censura de la afición. A la hinchada le interesó más el partido de Zidane, magnífico casi siempre, con una frescura inesperada, lo mismo que Roberto Carlos. En el medio, Gravesen combatió con entereza y Beckham ayudó más que nunca. Pero el tanto lo marcó un defensa, Helguera, poderoso en el salto del gol del triunfo.

Sin empotrar a la Juve, el Madrid consiguió un número suficiente de ocasiones, incluido un cabezazo de Samuel al larguero. Vistos los antecedentes, la actuación del Madrid fue casi irreprochable. Quizá le faltó un poco de paciencia para sacar partido a su autoridad con la pelota. Le pesó la fatiga en el segundo tiempo. En medio de llegadas a las dos áreas, el equipo italiano no necesitó del juego para amenazar a Casillas. Pero el portero respondió. Está acostumbrado a estos tragos en el Bernabéu. Mucho menos acostumbrado está la hinchada al partido que ofreció su equipo: enérgico, autoritario y con un Zidane imperial.

Zidane, acosado, trata de hacerse con el balón de forma acrobática.
Zidane, acosado, trata de hacerse con el balón de forma acrobática.RICARDO GUTIÉRREZ

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