Hay que actuar
Nada de anecdótico hay en la escalada racista que se produce en el fútbol español. Apenas cuatro meses después de los desafortunados comentarios del seleccionador español, Luis Aragonés, sobre el jugador francés Thierry Henry, las tribunas de los estadios se han convertido en escenario de actitudes intolerables. Son varios los jugadores negros que se muestran irritados por el trato que reciben. Dos de ellos, Eto'o (Barcelona) y Kameni (Espanyol), han anunciado su intención de abandonar cualquier partido en el que se sientan insultados por el color de su piel. Su postura comienza a recibir el apoyo de profesionales del fútbol. Por ahora es a título particular: Lotina, entrenador del Espanyol, y el árbitro Iturralde. Por desgracia, la Liga de Fútbol Profesional y la Federación Española han evidenciado la parálisis que les caracteriza frente a los problemas más acuciantes. Son dos organismos que se distinguen por su incapacidad para anticiparse a las dificultades y por su extravío para resolverlas. En el caso de la federación, toleró primero y amparó después a Luis Aragonés en sus torpes declaraciones en la víspera del encuentro España-Inglaterra del pasado noviembre.
La cuestión tiene ahora mismo un considerable alcance social y político. El Gobierno ha reclamado para mañana una reunión de los dirigentes del Consejo Superior de Deportes, la Liga y la federación. Desde la Administración se han previsto algunas medidas de choque -tanto en el aspecto sancionador como en el de prevención- para atajar un problema que siempre encuentra terreno abonado entre los grupos ultra y los sectores políticos más reaccionarios. Al fondo, se advierte un conflicto latente, relacionado con los cambios en un país que desconocía el profundo efecto de los procesos inmigratorios. Lo que británicos y franceses comenzaron a abordar hace tres o cuatro décadas, se ha convertido en un asunto fundamental en España. El fútbol, el deporte en general, tiene una acusada vertiente metafórica: reproduce visiblemente, a veces con rasgos acentuados, las conductas que palpitan en la sociedad. A la Administración y al gobierno del fútbol les corresponde, sin más demora, detener los brotes racistas y utilizar el deporte como un foco de tolerancia.
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