Demasiado oscuro
A medida que pasan los días, las causas del fiasco del túnel bajo la montaña del Carmel devienen más espesas. Desde que hace una semana compareció ante el Parlamento catalán el consejero de Obras Públicas, Joaquim Nadal, ha aumentado la seguridad del vecindario de que recibirá las necesarias compensaciones para la vuelta a la normalidad. Pero se han multiplicado de forma inquietante los interrogantes sobre la gestión del desastre.
Ahora ya se sabe que hubo varios avisos del peligro, y no sólo uno; que no se realizaron los estudios necesarios; que las obras se variaron, con el Gobierno de CiU, bajo una orden oral y en ausencia de contratos en forma; que el proyecto se adjudicó en menos dinero del presupuestado; que ya con el tripartito en el Gobierno se ahorró en cemento y se ignoraron unos movimientos detectados en la base del túnel, suficientes como para alarmar a cualquiera. Crece la ristra de datos inquietantes. Y algunos de ellos no fueron señalados por el consejero Nadal ante la cámara.
Desechar una comisión de investigación, como acaba de hacer el Gobierno de la Generalitat, es un despropósito. Esa comisión es imprescindible, aunque se convoque una vez finalizado el expediente informativo oficial. Y debe ocuparse de todas las fases del proyecto, no sólo de la última, contra lo que pretende la oposición nacionalista. ¿Acaso alguien pretende cubrir las responsabilidades de los anteriores gobernantes? ¿O de los actuales? ¿O de unos y otros, hasta su neutralización mutua? ¿O acaso estos interrogantes explican los inadmisibles intentos de censura y de restricción del derecho a la información practicados por la Generalitat y el Ayuntamiento barcelonés?
La escasa credibilidad de la Generalitat en este asunto sólo puede recuperarse con una comisión de investigación independiente, cuya presidencia debería darse a un experto por encima de toda sospecha. Todo lo demás, o no será nada, o será un circo y, por tanto, más que sospechoso.
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