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Reportaje:

Un Van Dyck invitado

El Museo de Bellas Artes expone durante siete semanas un excepcional retrato realizado por el pintor holandés

Diego de Mexía fue un personaje relevante en la corte de Felipe IV, encargado de importantes embajadas políticas y militares por distintos países europeos, y coleccionista de arte, especialmente de pintura flamenca. Fue amigo y protector de Rubens y Van Dick y de esa relación surgieron varios retratos. Uno de ellos, pintado por Van Dick en los Países Bajos entre 1630 y 1634, se expone desde ayer en el Museo de Bellas Artes de Bilbao junto a otras pinturas holandesas del siglo XVII.

El majestuoso retrato Diego de Mexía, marqués de Leganés, es propiedad de la Fundación Santander Central Hispano, que ha cedido el cuadro hasta el 3 de abril. La exposición de la pintura se enmarca dentro del programa La obra invitada, con el que el museo enriquece la visión de artistas presentes en sus fondos o muestra autores no representados con préstamos temporales de otras pinacotecas o de coleccionistas privados.

El retrato pertenece a la Fundación Santander Central Hispano

El retrato de Mexía se muestra en la misma sala en la que se puede ver Lamentación sobre Cristo muerto, de Van Dyck, una de las obras maestras de la colección del Bellas Artes, en la que el pintor reflejó a Cristo cubierto por un sudario blanco y a la virgen María con el rostro lleno de lágrimas. El retrato se enfrenta ahora al pasaje de la pasión de Cristo en la misma galería en la que se exhibe Concierto de aves, de Paul de Vos, y Músicos, de Pieter Frans de Grebber.

Anton van Dyck (Amberes, 1598-Londres, 1641) se formó bajo el magisterio de Rubens y pintó temas mitológicos y religiosos, pero alcanzó la fama por sus excepcionales dotes de retratista. Vivió en Inglaterra y viajó por Italia para estudiar a los maestros, pero en la última década de su vida se instalo definitivamente en la corte inglesa como pintor de cámara.

Las vidas de Diego de Mexía y Van Dyck se cruzaron numerosas veces por el interés del político y militar por la pintura-llegó a reunir una de las colecciones de pintura más importantes de la Europa del siglo XVII- y sus repetidas estancias en el extrajero. Mexía realizó viajes como enviado real y residió en los Países Bajos como mayordomo de los archiduques Alberto de Austria e Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II. También participó en importantes campañas militares, como la de Breda en 1627, año en que el rey le concedió el título de marqués de Leganés.

El retrato muestra a un hombre adulto, de porte distinguido, en el que destaca la personalidad de su rostro y la fuerza con la que el pintor plasmó su mirada. Van Dyck siguió al pie de la letra el modelo tradicional de retrato de la escuela de pintores de la corte de Felipe II, y con la técnica flamenca de suaves veladuras, que revelan la singularidad y la altivez del personaje.

La atención se centra en la figura de Mexía, que destaca sobre un fondo de sobría escenografía, enmarcado entre un continaje de tela brocada y una mesa. Los expertos entienden esta composición como un intento de reforzar la idea de autoridad y simbolizar la categoría del retratado. Mexía, en posición frontal y cuerpo entero, está ataviado según la rigurosa etiqueta de los Austrias, con la cadena de la Orden de Santiago y una espada de elaborada empuñadura que revela su condición de militar.

La obra prestada por la Fundación Santander Central Hispano, patrocinadora del programa La obra invitada, ha formado parte de exposiciones en medio mundo. Fuera de estas muestras, la obra permanece en los depósitos de la fundación a la espera de que el Banco Santander Central Hispano inaugure un museo en las instalaciones de su nueva ciudad financiera, en Boadilla del Monte (Madrid), según explicó ayer el director de la fundación, Javier Aguado.

La pintura procede de la colección del Banco Urquijo, que lo adquirió en 1965. Antes, había pertenecido a los duques de Medinaceli y, posteriormente, de la duquesa de Almazán. Van Dyck realizó dos versiones muy similares de este retrato del personaje de la corte de Felipe IV. La otra forma parte de una colección de Tokio.

La obra invitada ha permitido contar desde su puesta en marcha en 2001 con piezas de muy diferentes estilos, como A la toilette , de Henri de Toulouse-Lautrec; Carnero, de Zurbarán; dos paisajes de Venecia, de Canaletto; La Anunciación, de El Greco, y Nadadora , de Joaquín Sorolla, entre otras obras.

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