Manos y construcción

La actualidad fotográfica no descansa. Igual que la semana pasada, estos días me han llamado la atención dos exposiciones. La primera se puede ver en la casa de cultura de Elgoibar. Se trata de un trabajo realizado por Sabin Osoro (San Sebastián, 1959) sobre Yemen. Este reportaje, como el que realizó hace dos años sobre Etiopía, está resuelto en blanco y negro. Si con anterioridad se centró en los rostros de la gente y su mirada, ahora, aunque no olvida otros aspectos, se fija especialmente en sus manos.

A modo de figura retórica, esta parte del cuerpo es signo suficiente para descubrir el todo del personaje. Dedos finos y estilizados nos cuentan sobre la delicadeza o incluso fragilidad de su propietario; gruesos y agrietados aproximan a la rudeza de las tierras agrícolas, al vigor de la actividad laboral. Son detalle suficiente para identificar sutiles matices de mujeres y hombres, máxime cuando viene acompañado de alguna herramienta de trabajo.

No cabe duda de que las manos pueden contar la historia de una vida, incluso convertirse en relato más fiable y honesto que una mirada o la sonrisa de un rostro. Las demás fotografías son paisajes de pueblos, callejones que terminan por componer un contexto que para el autor resulta amable y hospitalario.

La otra exposición se encuentra en la sala Ignacio Aldecoa de Vitoria. En este caso las imágenes son en color y las presenta Javier Landeras (Bilbao, 1965). Se titula En construcción y son paisajes de remodelaciones urbanísticas, viales y carreteras de todo tipo en fase de realización. En definitiva, tal como señala el fotógrafo (profesor de dibujo en un instituto), con esta serie trata de analizar los procesos de transformación y los cambios estructurales de las ciudades.

Este tipo de fotografías encuentra ascendentes en el origen de la disciplina. Pero Landeras, al contrario de otros muchos que tocan este género, resuelve su trabajo desde un apasionamiento sincero y amparado por unos conceptos teóricos bien sólidos. Lo que hace no son imágenes de ladrillos, como acostumbramos a ver. Sus registros miden el presente que desaparece e insinúan la ilusión del futuro. Para reforzar esta idea, en el texto del catálogo publicado por la Diputación de Álava se recuerda a Marc Augé cuando indica: "Las obras en construcción, en su caso al coste de una ilusión, son espacios poéticos en el sentido etimológico. Es posible hacer algo en ellas; su estado inacabado depende de una promesa". En definitiva, un trabajo con una factura técnica e ideológica intachable del que mucho se puede aprender.