El incendio del rascacielos Windsor
Lo ocurrido con el edificio Windsor de Madrid demuestra que la capacidad del hombre para desafiar las leyes de la gravedad no siempre va acompañada por el suficiente sentido común para extremar las medidas de seguridad. No se trata de debatir si el hormigón aguanta mejor las altas temperaturas que el acero, o si es más seguro un edificio de 30 pisos que uno de 80.
El problema es que son al final los bomberos los que tienen que luchar contra el fuego e ir más arriba de una octava planta para trabajar desde fuera o rescatar a personas atrapadas cuando es imposible, por lo que cualquier pequeño factor no previsto puede convertir un rascacielos en una trampa mortal. Dentro de poco, cuatro nuevos gigantes se construirán en Madrid. Crucemos los dedos.
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