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Los amigos de una víctima del 'asesino del naipe' niegan que estuviera amenazada

Dos amigos de Mikel Jiménez Sánchez, de 18 años, asesinado en un bar de Alcalá de Henares en febrero de 2003 supuestamente por el asesino del naipe, declararon ayer en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial que la víctima tuvo un problema con unos grafiteros, pero que lo había solucionado y que no había recibido amenazas. Así lo explicaron Antonio María P. O. y Guillermo G. P., quienes declararon como testigos en la cuarta sesión del juicio contra el supuesto asesino del naipe, el ex militar Alfredo Galán Sotillo, de 27 años. Es el único inculpado de seis asesinatos consumados y otros tres en grado de tentativa. La primera sesión del juicio se celebró el pasado día 7.

Según explica en su escrito de conclusiones provisionales el fiscal, quien pide para Galán 151 años de prisión y dos meses de cárcel, a las cuatro de la tarde del 5 de febrero de 2003 el acusado entró en el bar Rojas de la calle del Río Alberche de Alcalá de Henares, donde asesinó de un disparo en la cabeza a Mikel, hijo de la propietaria, y a Juana Dolores Uclés López, de 57 años, clienta del bar.

En ese mismo establecimiento disparó tres veces contra Teresa Sánchez García, dueña del local, hiriéndola en la espalda, una pierna y un brazo. Antonio María, quien compareció protegido tras un biombo, relató que el 5 de febrero de 2003 había quedado con su amigo Mikel y cuando le fue a buscar al bar Rojas vio a una mujer que no conocía tumbada en el suelo y "en un gran charco de sangre", por lo que llamó a la policía.

"Empecé a llamar a mi amigo y salió su madre llorando y arrastrándose, quien me dijo que llamara a la policía", según explicó Antonio María. Preguntado sobre qué pasa si un grafitero tapa el grafiti de otro, contestó que "no se suele llegar al punto de matar". "Que yo sepa no había recibido amenazas", agregó el testigo, mientras que Guillermo G. P. -cliente del bar que entabló amistad con Mikel- aseguró que la víctima le comentó que había tenido un problema con un grafitero, pero posteriormente le dijo que "ya había solucionado el problema".

Perrita encerrada

Guillermo también recordó que en el bar había una perrita que solían tener encerrada en el almacén y que coincide con la descripción que hizo Galán de la mascota durante el período de instrucción, a pesar de que ésta, según algunos testigos, no estaba en el lugar de los hechos el día que ocurrió el crimen.

El testimonio de Teresa Sánchez el pasado viernes sirvió a las acusaciones para intentar demostrar que Galán vigiló a sus víctimas. La mujer reveló que Galán dio detalles durante su declaración ante la policía que sólo podía saber si había visitado antes del crimen el establecimiento.

En la vista oral de ayer también declararon nueve policías, varios de los cuales explicaron que en el bar se encontraron cuatro vainas y se observaron tres impactos de bala en distintas zonas. Uno de los agentes explicó que, cuando llegó al bar, la obsesión de la dueña "era que mirase a su hijo, que ella estaba bien".

El juicio continúa hoy con la declaración de otros testigos, entre ellos Eduardo S. S., el ciudadano ecuatoriano que recibió el 7 de marzo de 2003 en Tres Cantos (Madrid) un disparo supuestamente realizado por el asesino del naipe y que sobrevivió, así como la mujer que le acompañaba. Esta mujer figura como testigo protegido en la causa y, según el fiscal, Galán trató de dispararle también, aunque no lo consiguió al encasquillarse la pistola.

Por su parte, el abogado del ecuatoriano Eduardo S. S., Marcos García Montes, declaró a los periodistas al finalizar la sesión de ayer que su patrocinado declarará en la vista oral "sin miedo" y "dirá la verdad en todo caso y con toda claridad", al tiempo que añadió que no tiene "ningún problema" en declarar.

"Sé que no le es agradable pero testificará, porque lo último que nos faltaba es que a la persona que te pega un tiro le tengas miedo. Una cosa es que tenga mal recuerdo histórico, que no se le sea grato para su memoria, y otra que tenga miedo", añadió el letrado.

Eduardo S. S. recibió un tiro en el rostro el 7 de marzo de 2003 en Tres Cantos cuando estaba con una amiga a la puerta de su domicilio de la avenida de Viñuelas. Junto a ellos fue hallada una carta del dos de copas.

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