Rotterdam quiere abrir las escuelas a la discriminación positiva de los inmigrantes
El proyecto prevé que la población de cada centro sea un reflejo de los habitantes del barrio
Un 60% de los 60.000 niños inscritos en los 200 centros de educación primaria de Rotterdam son hijos de inmigrantes. En un intento, dicen, de evitar la segregación que ello supone para los menores, que crecen apartados de la otra mitad de la población, el Ayuntamiento permitirá a las escuelas que elijan a los alumnos en función de su origen étnico. Cuando un centro tenga demasiados niños blancos o negros, según la terminología popular aceptada oficialmente, podrá equilibrar la balanza aplicando una especie de discriminación positiva. El plan choca con la Ley de Igualdad de Trato, pero el consistorio insiste en que es la única forma de conseguir que las escuelas sean el espejo fiel de una sociedad multicultural.
Algunos padres llevan a sus hijos a centros muy alejados de sus hogares
La propuesta ha sido formulada por Leonard Geluk, concejal de Educación del Ayuntamiento, y en la práctica supone la apertura de una doble lista de admisión. Los directores anotarán por separado a los niños autóctonos y a los de origen étnico diferente y podrán admitir a unos u otros en cuanto vean que el centro es demasiado blanco o negro. Una escuela se considera negra en Holanda cuando más del 70% de sus pupilos es inmigrante. Según cálculos del propio consistorio, la medida afectará a unas 40 de las 200 donde la presencia de uno de los dos grupos es ahora dominante y no reflejan la realidad de barrio. El resto permanecerá igual. Si se consideran negras, pero están en un distrito de mayoría inmigrante no tendrán que barajar las dos listas. Lo mismo ocurrirá con las que sean tan blancas como la zona donde estén abiertas.
Lo que Geluk trata de evitar es que los centros de zonas con mezcla de habitantes autóctonos e inmigrantes tengan escuelas separadas. "Queremos fomentar la integración. La auténtica discriminación sería la de seguir permitiendo que los hijos de minorías étnicas continúen separados de sus coetáneos autóctonos", dice el concejal.
Las autoridades locales admiten que la actual segregación de los alumnos refleja la distribución misma de los distintos grupos sociales en el mapa ciudadano. Y que la mejora de los barrios deprimidos atraería a familias autóctonas. Ahora hay parejas jóvenes con dos sueldos que residen en distritos de inmigrantes, pero en cuanto forman una familia se marchan. Como cambiar el aspecto de los barrios es un ideal a largo plazo, el ayuntamiento ha querido abordar primero la división entre menores inmigrantes y autóctonos en la educación. "Si el ministerio cree que nuestros planes no son factibles porque la ley contra la discriminación debe prevalecer, esperamos que su titular, Maria van der Hoeven, nos indique otra forma rápida de acercar a ambos grupos sociales", añade Leonard Geluk. Holanda tiene unas 7.000 escuelas de primaria. De éstas, 343 están catalogadas como negras. En otras 537 más de la mitad del alumnado es inmigrante.
La ministra insiste en que el color de las escuelas es menos importante que la presencia en clase de demasiados alumnos con problemas de aprendizaje. Sus dudas sobre la legalidad del proyecto de Rotterdam están siendo analizadas por el Consejo Educativo, su principal órgano asesor. En espera del informe, el consistorio prepara ya el mapa educativo de la ciudad para saber exactamente la procedencia de sus alumnos de primaria. "Ahora hay en Rotterdam un 60% de holandeses autóctonos y un 40% de inmigrantes originarios de diversos países, en especial Marruecos y Turquía. Para dentro de 15 años la proporción será de un 53% frente a un 47%, respectivamente. Es un hecho que debemos aprovechar como ventaja, no como un escollo social", señalan portavoces municipales. Algunos padres llevan a sus hijos a centros muy alejados de sus hogares para evitar el que les correspondería en su propio barrio.
Los partidos políticos también han expresado ya su opinión sobre el plan. Para los democristianos, que gobiernan en coalición con los liberales, aunque la idea es loable puede acabar siendo desechada por ilegal. Los liberales afirman que el derecho de los padres a elegir la educación de la prole es inalienable. Si se les cierra a las familias autóctonas la puerta de un centro, lo único que conseguirá Rotterdam es que abandonen la ciudad, según el partido. La oposición socialista espera que la medida, de aplicarse, sea sólo temporal. Las asociaciones de padres, por su parte, no quieren que sus hijos salgan perjudicados "por un problema de urbanismo mal llevado desde hace décadas y que nada tiene que ver con la educación", según sus portavoces.
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