_
_
_
_
IDA Y VUELTA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El sol del galáctico

La canción de Jaume Sisa Qualsevol nit pot sortir el sol cumple 30 años. Cuando fue incluida en el disco del mismo nombre, cuya carpeta diseñó Claret Serrahima, comprobé que a muchas chicas de mi entorno les encantaba. Eso me obligó a aprender los acordes y a mostrarme entusiasmado cada vez que ellas deseaban cantarla y yo intentaba ganarme su admiración acompañándolas con la guitarra, instrumento oficial de la época. Aquella retahíla de personajes organizados en una anárquica fiesta, sin embargo, se hacía un poco larga, pero del roce nace el cariño y de tanto tararearla se convirtió en alternativa psicodélica a los himnos del momento. Pasaron los años. Sisa cambió de identidad y el sol siguió sin salir, por más que se le retara a aparecer en etílicas ceremonias.

Se suele decir que las canciones tienen vida propia. En el caso de Qualsevol nit pot sortir el sol es un hecho objetivo. La última vez que fue noticia: cuando se tradujo a varios idiomas para ser interpretada en la ceremonia de clausura del Fórum (¿se acuerdan de aquel fiasco?). Teniendo en cuenta que Monterrey será la próxima sede del invento, las autoridades pensaron en adaptar la canción a la realidad mexicana, para celebrar el relevo con la presencia de la bolerista Eugenia León. Para ello solicitaron los servicios de Jordi Soler, escritor mexicano-catalán. Soler se reunió con Sisa y la agregada cultural del consulado. Así recuerda la reunión: "Nos entregamos a la tarea de integrar, un poco a martillazos, a estos personajes del imaginario mexicano pop: sustituimos a la Bruixa Maduixa (?) por su par la Bruja Escaldufa, a (creo que) Doña Urraca por Doña Blanca y también pusimos (aunque no recuerdo sustituyendo a quién, pero seguro al caganer) a Tin-Tan (genial cómico pachuco), a Cachirulo (un cómico infantil, que ahora que lo pienso bien debió de ser maricón) y a Viruta y Capulina (dos cómicos lamentables, pero que coincidían bien con las sílabas y el fraseo, que era lo que más preocupaba a Sisa, que iba midiendo y canturreando cada vez con más volumen, al grado de que el cónsul entró intempestivamente a la oficina para ver qué cojones sucedía). La sesión habrá durado una hora y media; yo esperaba encontrarme con el joven greñudo de mallón azul que había visto en el DVD del festival de Canet Rock y me topé con un señor serio y sin pelo".

Si la canción triunfa en Monterrey, no descarten que prosiga la cadena de adaptaciones. Y que si el Fórum se traslada a, pongamos, Adelaida, incluya referentes aborígenes que, sumados a los sedimentos catalanes, españoles y mexicanos, irán ampliando la fiesta iniciada por un galáctico (de cuando la galaxia no era una gran superficie madridista, sino un chiringuito para minorias desconcertadas y hippiosas). Le perdí la pista a la canción durante años, pero la recuperé el 7 de enero de 2004. Ese día fue enterrado Pere Gavaldà, una persona extraordinaria, generosa y galáctica. Durante el funeral, en lugar de masticar lúgubres fórmulas de compromiso, se cantó Qualsevol nit pot sortir el sol. Y el sol salió. Entonces me di cuenta de la dimensión que puede tener una canción. Sobre todo cuando te arrastra con su espíritu original y le suma las interpretaciones de los que, por motivos tan opuestos como la alegría o el dolor, la estrategia seductora o la oficialidad cultural, la han cantado. Soplemos, pues, las velas de este pastel de aniversario deseando larga vida a los que están y a los que ya no están y que, como el noctámbulo sol de Sisa, reaparecen en forma de ausencia cada vez que suena.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_