Paseo bajo el sol invernal
En bicicleta o a pie, en ruta por un camino férreo burgalés
La última glaciación de la Tierra, la de Würm, lamió hace unos 10.000 años los perfiles de la burgalesa sierra de la Demanda, dejando a su paso un rosario de pequeños circos ocupados por lagunas y unos sinuosos valles labrados por el caminar de los viejos hielos perpetuos. Las laderas lavadas por la erosión ganaron color y vida con la paulatina retirada de los hielos, mientras se poblaban de los bosques que en la actualidad hacen de esta serranía un enclave natural inigualable en la comunidad de Castilla y León. La Demanda ocupa el extremo noroccidental del sistema Ibérico, lindera con la soriana sierra de Urbión al este y con los montes de Cameros en tierras riojanas, para dar forma a un conjunto montañoso de más de 275.000 hectáreas consideradas como uno de los espacios ecológicos mejor conservados de la península Ibérica.
Rebollares, hayedos, acebales y pinares motean cada rincón de estos predios serranos articulados entre las serratas de San Millán, Mencilla y Neila. En estas masas forestales se refugia una abundante fauna salvaje compuesta por lobos, corzos, jabalíes, ciervos, gatos monteses, y una larga lista de mamíferos más pequeños, a la que se suman otro buen número de especies de aves y reptiles. Todos estos valores naturales han sido acompañados por la presencia humana desde hace miles de años, de la que han quedado numerosos restos y pueblos cargados de historia. Las necrópolis y eremiterios medievales de Revenga, Cuyacabras, Cueva Andrés y La Cerca; las ferrerías de Barbadillo de Herreros y Huerta de Abajo; los pórticos románicos de Vizcaínos, Pineda de la Sierra y Jaramillo de la Fuente, y la arquitectura popular del resto de los pueblos de la comarca son fieles reflejos de una cultura que ha sabido vivir en armonía con el ecosistema que la alimenta.
Túneles, puentes y trincheras
La minería en la sierra de la Demanda tiene una solera que data la existencia de explotaciones desde el siglo XV. Pero es en el XIX, con el auge de las extracciones de hierro en la zona, cuando se construyeron unos hornos en Barbadillo de Herreros, y posteriormente un trazado ferroviario para transportar el mineral hasta Burgos. Con tan sólo una década de funcionamiento, las crisis del sector y otros factores adversos dan con el cierre de las minas y del ferrocarril, y aunque hay varios intentos de reabrir el servicio, la línea férrea acaba por desmantelarse en 1947. Los túneles, puentes y trincheras de la vieja senda de hierro fueron tragados por el olvido y la vegetación, hasta que por iniciativa de los Ayuntamientos de la zona, y con la ayuda económica del Ministerio de Medio Ambiente, se procedió a la recuperación del trazado, para convertirlo en senda ecológica con el nombre de Vía Verde del Ferrocarril Minero de la Demanda.
Hace un año que se inauguró el nuevo aspecto del camino férreo de la Demanda, nacido en la localidad de Arlanzón y finalizado en la de Monterrubio de la Demanda, o viceversa. Un paseo de 56 kilómetros sobre firme compactado, emboscados entre hayedos, robledales y pinares a orillas del río Arlanzón y sus embalses. El veto en todo su recorrido al tráfico motorizado la ha convertido en una de las propuestas para cicloturistas más interesantes y tranquilas de toda la sierra de la Demanda. Además de no tener que estar pendiente de los vehículos, los desniveles del trazado son bastante discretos, excepto en las proximidades del puerto de El Manquillo, donde por el hundimiento e inutilización del túnel hay que salvar unos dos kilómetros de duras pendientes.
Con las nieves blanqueando en las cumbres y la imagen de los hayedos semidesnudos alumbrados por el tenue sol invernal, se parte de Arlanzón al pie del antiguo depósito de agua que daba de beber a las locomotoras. El bosque se apodera del paisaje mientras se asciende lentamente hacia el término de Pineda de la Sierra, con el olor y el color de las arboledas caducifolias despojadas en buena parte de sus vestiduras. Las viejas hayas que dieron sombra y frescura a los cansados caminantes durante el verano y alumbraron con rojos intensos la llegada del otoño, ofrecen ahora la visión silenciosa del duro invierno con los últimos retazos de sus hojarascas resecas todavía pendientes de sus ramas. El trazado se levanta con ímpetu hacia las alturas del puerto de El Manquillo, con un kilómetro que supera el 20% de desnivel. Pero tras el esfuerzo de la subida, viene un relajado descenso de pronunciadas curvas. En el tramo final de la ruta se atisba en la lejanía el punto final de la Vía Verde, en la localidad de Monterrubio.
GUÍA PRÁCTICA
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Centro de turismo rural Papasol
(947 43 03 20). Enmedio, 36. Atapuerca. Caserón de piedra rehabilitado para el hospedaje. Habitación doble, de 47 a 55 euros.-
Casarrota La Campesina
(947 26 49 66). Encimera, 10. Olmos de Atapuerca. Casa rehabilitada al estilo tradicional. La doble, 58 euros.-
Sierra Campiña
(947 21 59 23). San Antonio, 1. Huerta de Abajo. Centro rural ubicado en un pueblito de cultura trashumante. Doble, 50 euros.
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Casa de la Villa
(947 42 40 67). Julián Gutiérrez, s/n. Pineda de la Sierra. Cocina casera. Alrededor de 18 euros por persona.-
La Casona
(947 42 40 21). Manuel Gutiérrez, s/n. Pineda de la Sierra. Cocina casera. Unos 18 euros.
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AGALSA Sierra de la Demanda
(947 42 40 28; www.sierradelademanda.com).- www.viasverdes.com.
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