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"¡Que viene el presidente!"

Lluís Pellicer

Todo el día aguardando al presidente. Los vecinos del Carmel se pasaron la mañana con los preparativos para la llegada del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Pero sólo unos cuantos lo vieron de cerca, ya que no se paseó por la zona afectada. El presidente llegó en coche oficial al centro cívico del barrio, allí se reunió durante dos horas con los vecinos y volvió al coche para continuar con su agenda.

En el mercado municipal, desde primera hora no se hablaba de otra cosa. "¡Nena, sírveme rápido que viene Zapatero!", gritaba una mujer que esperaba su turno en la pescadería. La frase se repitió toda la mañana. En el bar del mercado uno de los camareros limpiaba con esmero. "Si viene el presidente, al menos que vea esto decente. Si se acerca, yo le invito a lo que quiera", explicaba a unas clientas.

A las 11.30 horas la confluencia de la calle Llobregós con Pantà de Tremp, la entrada del perímetro de seguridad, ya estaba abarrotada de gente. Faltaban aún tres horas para que llegara Zapatero, y desde la Moncloa nadie confirmaba que el presidente asistiera a la zona afectada. "¿Cómo que no vendrá? Va a venir, él no nos va a defraudar", replicó Ángeles Muñoz, una vecina.

De algunos bloques empezaron a salir pancartas. Nuestros vecinos en su barrio ¡ya! y Quienes sean los responsables, ¿pueden responder?, rezaban. Dos mujeres repartían pegatinas amarillas con el lema ¡Yo soy afectado! A las 13.00 horas, la calle estaba abarrotada con cerca de 300 personas que querían ver al presidente. "Sabemos que las responsabilidades vienen de la Generalitat, pero queremos ver a Zapatero. Es como si estás enferma y viene el médico a casa. Igual no te hace nada, pero ¡te sientes la mar de curada!", explicó Carmen, una vecina de la calle Llobregós.

Las cosas importantes

A las 15.00 horas los vecinos empezaron a dudar de la llegada del presidente. "Me parece muy mal. Ya que viene a Barcelona y a nuestro barrio, por favor, que venga a vernos", decía Ángeles. "Pues a mí me parece que no tenía por qué venir, porque si se pasa por aquí es para tratar las cosas importantes, no para hacer un pasacalles. Y ha hecho muy bien al reunirse con los de la Generalitat, el Ayuntamiento y las asociaciones del barrio. Vamos, que es mucho más productivo", le replicaron.

Los vecinos aguantaron hasta las 16.00 horas, cuando los policías que acordonaban la zona despejaron la incógnita: "Lo siento, pero no viene". Sólo pudieron ver a Zapatero los que le aguardaban a la salida del centro cívico de Boca Nord. "Ha cogido a Clara, mi hija", contó Juan Selfa, un vecino que fue desalojado por el primer socavón. Un policía la sacó del cordón de seguridad y la acercó a Zapatero. Cuando lo vio, la niña arrancó a llorar. "Es que tiene devoción por usted y por Andy y Lucas, y se ha emocionado", le explicó Selfa al presidente. Zapatero la cogió en brazos, le dio un beso y le dijo a la oreja: "Estate tranquila, que vas a volver a casa". Zapatero le cogió luego las manos a Selfa y le preguntó si era afectado. "Sí, lo somos, así que métales caña para que nos ayuden", le respondió.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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