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Izquierda, nacionalistas y entidades culturales aplauden que se reconozca la unidad de la lengua

El Institut de Filologia considera el dictamen un "avance significativo pero insuficiente"

El dictamen sobre el valenciano aprobado el miércoles por la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) fue bien recibido ayer por los partidos de la izquierda y nacionalistas, tanto valencianos como catalanes, así como por entidades culturales defensoras de la unidad de la lengua. Una de éstas, el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana (IIFV) considera que el dictamen es "un avance significativo pero insuficiente" y lo critica porque es "calculadamente ambiguo" y porque "huye de un pronunciamiento claro" y "deja pasar la ocasión de decir las cosas por su nombre".

El dictamen "deja pasar la ocasión de decir las cosas por su nombre", dice el IIFV

El IIFV considera que el dictamen de la AVL es "un avance significativo pero insuficiente para la resolución de un conflicto estéril, derivado de la utilización política de la lengua y de sus valores simbólicos". Para el Institut, el hecho de que la AVL se manifieste sobre la identidad del valenciano "sólo contribuirá a la superación del enfrentamiento civil si los gobernantes superan los antagonismos políticos y, en lugar de dividir a la sociedad valenciana, promueven los valores de cohesión cultural y lingüística y de reencuentro colectivo con la lengua propia".

El IIFV valora de forma positiva que el dictamen reconozca tácita y explícitamente la unidad de la lengua catalana y enumere de manera inequívoca los territorios en los que se habla, pero señala que los "condicionamientos políticos" hacen que "soslaye el aspecto nuclear" del conflicto, el del nombre con el que se ha de designar la lengua, y que sea "calculadamente ambiguo" y huya de un pronunciamiento claro. Critica así el Institut que se renuncie a la denominación "lengua catalana" y se propongan unos "criterios genéricos de codificación lingüística que insisten más de lo conveniente en las peculiaridades valencianas, en detrimento de la convergencia normativa". Por todo ello, el IIFV concluye que, si bien el dictamen de la AVL reconoce la unidad de la lengua, "deja pasar la ocasión de decir las cosas por su nombre, se escuda en las limitaciones jurídico-políticas" y "traslada a los representantes políticos la búsqueda de una solución de compromiso, función para la cual justamente se pactó la creación de este ente normativo de la Generalitat Valenciana".

Por su parte, la Obra Cultural Balear (OCB) celebró que el dictamen de la Acadèmia reconozca y confirme la unidad del catalán, con independencia de que se utilice la denominación de "valenciano" para designar la lengua que se habla en la Comunidad Valenciana y lo considera un "importante paso adelante", al entender que permite acabar con una "absurda batalla por la denominación del catalán, que durante años ha hecho perder tantos esfuerzos para frenar el retroceso del uso social de la lengua propia" de los valencianos.

Por lo que respecta a los partidos políticos, tanto el PSPV como Esquerra Unida-L'Entesa, el Bloc y la Unió Democràtica del Poble Valencià aplaudieron el dictamen aprobado por la Acadèmia. El portavoz adjunto del Grupo Socialista en las Cortes Valencianas Antoni Such señaló que el dictamen "finalmente viene a reconocer aquello que todo el mundo sabía y que todo el mundo compartía" y evidencia que "nuestra lengua es el valenciano, que compartimos con otros territorios de un mismo sistema lingüístico", que es "básicamente lo mismo" que se estaba planteando antes de que el consejero Alejandro Font de Mora "interrumpiera" el pleno de la AVL el pasado 22 de diciembre. Such lamentó la "etapa muy negra" que ha protagonizado el Consell en esta cuestión, mediante una "presión permanente" a la AVL y preguntó al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, "si hacía falta todo eso para llegar al camino donde hemos llegado". Y se congratuló de que la AVL "haya salido reforzada de este proceso".

Por su parte, el portavoz de EU-L'Entesa, Joan Ribó, calificó de "positivo" el dictamen, porque "consolida" la unidad lingüística, y pidió al Consell que deje trabajar "con independencia" a los miembros de la AVL. Ribó criticó la "crispación" generada por el PP durante todo el proceso, e indicó que "una vez visto el dictamen y el plácet del Consell al mismo, parecen estúpidos y estériles los enfrentamientos y las acusaciones de estos meses y la actitud irresponsable y partidaria de los populares".

Mientras, el secretario general del Bloc, Enric Morera, felicitó a la AVL por el consenso alcanzado y afirmó que el dictamen "ha puesto una losa en la puerta de la caverna secesionista a la que nos querían llevar los dirigentes del PP". Para la AVL, añadió Morera, "ha llegado el momento de la verdad, de trabajar por la promoción del valenciano, por el respeto a la normativa lingüística oficial y, en resumen, de pasar a la acción ante la actitud ridícula e hipócrita del presidente Camps".

Por su parte, Josep Bargalló, conseller en cap de la Generalitat de Catalunya, celebró que la AVL haya reafirmado la unidad de la lengua catalana y señaló que, a partir de este dictamen, el Ejecutivo catalán y el valenciano no tienen por qué hablar de "filología", porque "de filología hablan los filólogos", sino de política y "si es necesario de política lingüística". Bargalló consideró "evidentemente positivo", aunque "redundante", que la AVL "mantenga lo que han dicho todos los organismos de carácter científico, y es que la lengua catalana es una".

Una crisis creada y resuelta a escala

El dictamen de la Acadèmia Valenciana de la Llengua cierra la enésima crisis política sobre la denominación y filiación de la lengua de los valencianos, y también un capítulo de enfrentamientos entre el Consell y el Gobierno central, que coincidió en el tiempo y el espacio con la caza del PP al ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tras vincular éste a José María Aznar con el golpe de Estado de Venezuela. Tampoco fue ajeno el pronunciamiento de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que, amparándose en la comunidad científica y universitaria, había admitido días antes que catalán y valenciano eran una sola lengua, cumpliendo así con el acuerdo cerrado por José Luis Rodríguez Zapatero y el líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, para que la formación catalana diese su apoyo a los Presupuestos. El acoso del Consell al memorándum sobre lenguas cooficiales que el Ejecutivo, a través de Moratinos, presentó ante la Unión Europea, se enmarca en la refriega total entre populares y socialistas en Madrid, con la disputa soberanista de fondo. Pero también se acomoda en una decidida opción del Consell por el victimismo, que absorbe por completo, durante varios meses, la acción de gobierno de Francisco Camps, con el objetivo centrado en evidenciar constantes escenarios de agravio y colisión con el Gobierno de Rodríguez Zapatero. La ebullición de estos ingredientes reverdeció la Batalla de Valencia, aunque ya sólo en el ámbito político, pero con frecuentes ecos en Madrid y Bruselas. Y sobre todo recrudeció el litigio con Cataluña y dio alas al anticatalanismo. Sólo la presión de los empresarios, que reclamaron al Consell que saliera de esta espiral en beneficio de la economía valenciana, y la de la Casa Real, que forzó un pacto entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy contra el plan Ibarretxe, han serenado los ánimos para encontrar una salida.

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