Iglesias defiende la dignidad de los inmigrantes en la novela 'Tarifa'
Tarifa (Cádiz) traza los límites del sur de Europa. Marcada por el viento, el mar y el sol, Tarifa es un territorio donde continentes y culturas cruzan sus contradicciones. La riqueza y la pobreza se entremezclan. Jóvenes llegados del Occidente más opulento para practicar kitesurf vuelan por el mismo cielo que, de noche, vela los sueños de los magrebíes y subsaharianos que intentan salvarse de la muerte en las pateras.
Tarifa es un lugar donde el amor y la violencia trazan perfiles exactos, cincelados en carne viva. Una novela de Eduardo Iglesias (San Sebastián, 1952) describe ese mundo de respiración entrecortada y de furor por vivir la vida sin esconderse tras ningún pretexto. La novela se titula Tarifa (El Tercer Nombre) y fue presentada ayer en el Castillo de Guzmán el Bueno, en la localidad gaditana. Iglesias estuvo acompañado por el escritor Montero Glez y el columnista Jorge Berlanga, entre otros, en un acto que reunió a dos decenas de personas.
Tarifa tiene como subtítulo La venta del Alemán. Y es que este lugar -fundamental en la novela- constituye uno de esos enclaves habitados por hombres libres, uno de esos reinos donde los seres humanos encuentran un microcosmos apacible en el que rumiar sus recuerdos, olvidar sus fracasos y reivindicar las últimas chispas de su fiereza. En la venta del Alemán hay personajes que defienden el derecho de los inmigrantes a encontrar un lugar donde trabajar en paz.
Max y Norma
La venta del Alemán comparte rasgos con la Posada Jamaica, de Alfred Hitchcock, y la Taberna del Irlandés, de John Ford. Sus asiduos defienden la honradez y la defensa de la dignidad de las personas. Esto es tan necesario para ellos como la respiración. Y por allí se mueven dos personajes libres e inolvidables, Max y Norma. Como dijo ayer Iglesias, en primer lugar están las personas y luego las nacionalidades. El mundo debe ir hacia un futuro sin fronteras en el que no haya que jugarse la vida para huir de las dentelladas de la pobreza, añadió Iglesias, que, residente en Madrid, pasó varios años en Nueva York, ciudad en la que publicó su primer libro de relatos.
Pero por esta novela no sólo se mueven aventureros con su propio código ético. El mal también escupe sus esputos. El Estrecho se convierte, a veces, en un infierno donde los traficantes de hombres quieren seguir sacando oro de la sangre. Son criminales que no vacilan en practicar secuestros para llevarse su parte del botín de la desesperación de los inmigrantes. Eduardo Iglesias lo cuenta todo esto con un estilo de frases certeras que no se pierden en florituras.
La primera novela del escritor donostiarra, Aventuras de Manga Ranglan, data de 1992. Iglesias publicó Por las rutas los viajeros cuatro años más tarde. En 2001 salió a la calle su novela Tormenta Seca.
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