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Columna
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Pocas dudas me quedaban acerca de mi voto en el referéndum del día 20. La Conferencia Episcopal me las ha disipado por completo. Gracias. Su mal disimulado apoyo a la abstención ha acabado por aclararme. En su comunicado, como siempre calculadamente ambiguo, reconocen algunas cosas positivas a la nueva Constitución: ayuda a "consolidar la paz entre los pueblos de Europa" (que no es ninguna bagatela, entre gentes que se han estado matando por millones hasta anteayer); será "más eficaz contra el terrorismo" (tampoco es polvo de tiza, y bueno sería que el prelado de San Sebastián comulgara con ello a diario); incrementa "la capacidad de la Unión para actuar de modo concertado en el mundo (léase, formar un contrapoder a los Estados Unidos). Cualquiera de esas tres cosas bastaría para votar 'sí'. Juntas, ni les digo. Pero a los señores obispos les resulta insuficiente. Estiman, en contraposición, que el texto no es lo bastante explícito respecto al papel del cristianismo en la historia de Europa (yo también lo estimo, aunque sospecho que por motivos bien diferentes); o que "no excluye la investigación 'letal' -¡ay, ese adjetivo!- con embriones humanos; ni se pronuncia contra el aborto, la eutanasia ni la clonación" ... Un momento. Aquí yerran en tanto que meros lectores. El artículo II, 62, d) dice: "Prohibición de la clonación reproductora de los seres humanos". De donde deduzco que los purpurados tampoco se han leído el tocho. Quiero ser indulgente. Un mamotreto como este permite toda suerte de despistes, y de 'pre-textos'.

Curioso que los obispos españoles -incluidos los andaluces, siempre tan modositos-, se hayan situado a la derecha del Papa en este trance, quién sabe si aprovechando las debilidades seniles del polaco. El polaco, un día 10 de enero, felicitó a los embajadores ante la Santa Sede por el "ejemplo ciertamente privilegiado" de la Unión Europea, al consolidar el tratado de Roma y abrirse a otros Estados. Y eso que uno de los recién llegados, precisamente Polonia, anda buscándole la ruina a una revista satírica de aquel país por criticar al pontífice, con 10 meses de cárcel y multa de 6.500 dólares. (¿Se imaginan la que le caería al guiñol de Canal+?). Lo que ya no podrá ocurrir cuando se apruebe esta Constitución. Para que vean.

Me estoy maliciando que aquí lo que hay es una múltiple alianza soterrada para desgastar a Zapatero, como si el Pisuerga pasara por Bruselas. Por un lado, los remilgos de la Iglesia. Por otro, el sí con esa boquita chiquita de Rajoy y las veladas amenazas del ultracatólico Acebes. Luego, los reticentes nacionalistas, según el aire que sople. Los de aquí, los andalucistas, unos que sí y otros que no, para variar. Y, por fin, el 'no' de los últimos comunistas de Europa, que piden más definición social. A mí también me gustaría, pero veo que pesan más los otros avances. Además de hacerle el juego a los americanos, como les ha advertido Cohn-Bendit desde Alemania, van a perder una ocasión de oro para resarcirse del triste papel que están haciendo en el problema vasco. Por cierto, anoten este argumento sentimental para el 'sí'. Lo dio Rosa Díez, eurodiputada socialista, en el mitin de arranque en Sevilla: "Decidle a la gente que vayan a votar libremente, y que se acuerden de los que tenemos que hacerlo con escolta".

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