El poder como objetivo
Afirma el autor que el propósito esencial del 'plan Ibarretxe' no es tanto alcanzar la independencia cuanto perpetuarse en el poder.
Hay quien cree, y en mi partido no pocos, que el plan Ibarretxe es un proyecto que sólo pretende alcanzar la independencia. Pero el proyecto del lehendakari rechazado en el Congreso de los Diputados tiene otro objetivo prioritario, que es imprescindible explicar para que la ciudadanía conozca la verdad y, sobre todo, para que se enfoquen correctamente las soluciones al mal llamado conflicto vasco. Es cierto que en el nacionalismo vasco conviven dos corrientes, que no son las comúnmente denominadas moderada y radical. En verdad, son las que representan los dogmáticos y los aprovechados: los sectores son, en realidad, el de los que quieren la separación y odian visceralmente a España, y el de quienes lo único que buscan es perpetuarse en el poder para seguir disfrutando de prebendas.
El plan más que un fin es un medio, como bien demuestra la convocatoria electoral como reacción a la negativa del Congreso. Un medio para que el PNV pueda seguir manejándolo todo en el País Vasco. La propuesta del lehendakari no es la independencia; lo que proponen es sólo una etapa, un avance, un paso hacia adelante, un estadio intermedio que permite aglutinar los votos imprescindibles para seguir disfrutando de un gran negocio. Si se llegase a la independencia, el PNV se tendría que disolver, ya habría alcanzado su teórico objetivo. En cambio, mientras haya reivindicación hay justificación para existir o, mejor dicho, para subsistir.
La jugada es redonda: mientras haya trecho que avanzar hacia los postulados de Sabino Arana se justifica la necesidad de PNV y, sobre todo, se pueden unir fuerzas bajo un solo paraguas. Los interesados en mantenerse en la presidencia de un club de fútbol, en una Diputación foral o en colocar un hijo en el Guggenheim coinciden con los que quieren el aislamiento, el exilio e incluso la desaparición física de los que no piensan como ellos. Unos, porque quieren coche oficial, trato distinguido o unos miles de euros, otros porque quieren seguir sembrando en la educación, en la cultura o en la televisión publica para recoger en el futuro los frutos de sus bien plantadas semillas.
Euskadi es un gran negocio para el nacionalismo vasco. El PNV, con poco más del 30% de los votos, domina el 90% de los órganos de gestión públicos y privados. Se pueden calcular unas 20.000 familias, entre trabajadores públicos, hijos de enchufados en empresas públicas y privadas, liberados en los sindicatos, etc, los que viven gracias al partido de Imaz. Las empresas que prosperan son las que viven del contrato de la Administración. Se ha tejido una tela de araña de sociedades públicas que lo copan todo. El euskera es un pelotazo en el que se gastan cantidades ingentes de dinero, que se reparten fundamentalmente personas del entramado de Batasuna. Todo ello con un buen aderezo de corrupción y enchufismo, ocultos bajo el miedo a ETA de políticos opositores, medios de comunicación y jueces.
Este filón sólo se puede mantener si, por una parte, se busca una diferencia que justifique seguir existiendo -por eso ya no les vale el Estatuto de Gernika- , y por otra, si se consigue agrupar todos los intereses nacionalistas, y eso es lo que realmente busca el plan Ibarretxe. El proyecto del lehendakari es un buen planteamiento para mantener el gran negocio del nacionalismo vasco.
Pero esta gran ocurrencia con apellido Ibarretxe se olvida de cosas importantes que debemos saber aprovechar. En primer lugar, ignora la parte principal, que son los ciudadanos y su calidad de vida, y no se da cuenta de que este plan puede estar matando la gallina de los huevos de oro que permite enchufar a sus hijos, crear empresas públicas, potenciar sindicatos afines o liderar competiciones deportivas. Si se crea inestabilidad, como sé esta haciendo a raudales con este plan, se expulsa la inversión y se ahuyenta la riqueza y, en consecuencia, se hace difícil mantener el gran negocio.
Por lo tanto, Euskadi tiene solución, porque no todo son bloques irreconciliables y no todo es inamovible. Todos los que hoy están con el poder pueden estar mañana con otros si ven peligrar su estatus. El futuro pasa por resolver quién garantiza la estabilidad y la prosperidad del País Vasco, con ellos estará la mayoría. El reto es que haya una nueva mayoría capaz de prestigiar nuestra historia común y nuestros marcos de convivencia, que permitan progresar, o mejor dicho prosperar, a este país..
Antonio Basagoiti es presidente del PP de Vizcaya
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