Aniversario inolvidable
La corrida con que se celebró el XIL aniversario de la inauguración del coso será difícil de olvidar. El Juli indultó a Trujano, un toro bravo, noble, alegre y de gran son de la dehesa de Montecristo que hizo tercero. Hecho un poste, el madrileño bajó suavemente las manos al lancearlo y por acompasadas chicuelinas andantes lo llevó al caballo. Después quitó por ajustadas gaoneras y caleserina. En su maravilloso muleteo ejecutó el toreo puro, como sólo en sueños se concibe y logró cuajar una acrisolada faena. Barrió la arena al ejecutar redondos y naturales en varias series iniciadas con espectaculares dosantinas o capetillinas y abrochadas con soberbios cambios de mano por delante, desdenes y forzados de pecho. Con esta faena El Juli se reconcilió con la afición capitalina, que lo abucheaba por no cubrir el segundo tercio.
Dos ganaderías / Zotoluco, Ponce, El Juli, Fraga
Toros de Montecristo (1º, 3º, 5º y el de rejones) y de Bernaldo de Quirós, regalo del sobrero de Teófilo Gómez: serios; encastados y bravos 1º, 2º, 3º y el de rejones, resto y sobrero descastados y mansos. Zotoluco: oreja; dos orejas. Enrique Ponce: petición y vuelta; silencio; dos orejas. El Juli: vuelta con el ganadero; silencio. Enrique Fraga, a caballos: silencio. Monumental Plaza México, 5 de febrero, corrida del LIX aniversario del coso. Casi lleno.
Con el sexto, se enfrentó al continuo calamocheo del bicho, que no le permitió lucirse. Al bravo y fijo primero en la lidia ordinaria que mereció arrastre lento, sin moverse, el Zotoluco lo lanceó. Realizó una magistral faena en la que sobresalieron el aguante y el temple en sus tandas de naturales. Lo único criticable es que en ocasiones abusó del pico por el lado izquierdo.
Valiente faena
De hinojos con limpia larga cambiada el diestro de Azcapotzalco recibió al descompuesto cuarto. Sentado en el estribo de la barrera, inició una valiente faena en la que el torero hizo todo. Como el cornúpeta se aplomó por el fuerte castigo en varas, el Zotoluco tuvo que metérsele a la cuna para provocarle las embestidas. Pero lo mejor de esta faena fue el estoconazo con que despachó al burel.
Al bravo y cinqueño segundo, que recibió arrastre lento, Enrique Ponce, desmayando el cuerpo y meciéndose, le bordó el toreo. Por mal uso del acero perdió el trofeo. Aguantando las tarascadas del soso quinto, Ponce lo lidió con acierto.
Como el valenciano no quedó satisfecho, regaló el sobrero, que resultó un manso perdido. A base de una total persistencia lo enceló y le hizo acudir a la sarga y trazó con ella todos los pases que se le ocurrieron, logrando una emotiva faena.
El rejoneador Enrique Fraga tuvo una irregular actuación ante el bravo ejemplar que abrió plaza. Sus rejones de castigo, sus banderillas largas y cortas las colocó acertadamente al estribo, pero con frecuencia el astado alcanzaba sus cabalgaduras e hirió a una de ellas. A la hora de colocar el rejón de muerte pinchó cuatro veces.
Zotoluco, Ponce y El Juli salieron a hombros.
Babelia
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