Israelíes y palestinos se preparan para acordar una tregua en la cumbre de Egipto
Abbas y Sharon buscan resolver la crisis de los presos para evitar el fracaso de la reunión
Israelíes y palestinos se debaten entre el escepticismo y la esperanza de que la cumbre de Sharm el Sheij (Egipto) del próximo martes culmine con una declaración conjunta de alto el fuego. Emisarios del presidente palestino, Mahmud Abbas, y del primer ministro israelí, Ariel Sharon, trataban ayer de resolver sus diferencias y, sobre todo, de encontrar una fórmula de compromiso en el conflicto surgido por la liberación de los presos palestinos, que se ha convertido en el escollo principal de este ambicioso proceso de reanudación de las negociaciones de paz.
Tras dos años de silencio, Mahmud Abbas y Ariel Sharon volverán a darse la mano el martes en la cumbre del balneario de Sharm el Sheij, bajo la mirada atenta del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y del monarca jordano, Abdalá II. Con esta cita, israelíes y palestinos reanudarán oficialmente y al más alto nivel las relaciones políticas y diplomáticas, interrumpidas con el estallido de la Intifada, en septiembre de 2000. Los dos principales protagonistas esperan que la reunión culmine con una declaración conjunta de un alto el fuego que permita volver a la mesa de negociaciones y seguir los pasos pautados en la llamada Hoja de Ruta.
Pero antes de que israelíes y palestinos puedan anunciar oficialmente el cese de las hostilidades, están obligados a resolver algunos problemas latentes, en especial el relativo a la liberación de los 900 presos palestinos, para empezar. Mientras los israelíes se resisten a liberar a importantes militantes de la Intifada, los palestinos reclaman una actitud generosa que permita salir de la cárcel a todos sin discriminación, incluso a aquellos que tienen las "manos manchadas de sangre".
El gran escollo
La delegación palestina e israelí encargada de redactar la lista de prisioneros para liberar se reunió otra vez ayer, en un nuevo esfuerzo por establecer un compromiso que permita afianzar el resto del proceso y llegar a la cumbre del martes con muchas probabilidades para la declaración de la tregua. El presidente palestino, en un intento de ablandar a los israelíes, hizo ayer detener a tres dirigentes del Frente Democrático para la Liberación de Palestina en Gaza, el más inofensivo de los grupos radicales. Con ello trata de desmontar los argumentos de Sharon, que se niega a tender la mano en el asunto de los presos porque las autoridades palestinas "no hacen nada para combatir y desmontar las redes terroristas".
El conflicto no es nuevo. La discusión sobre la liberación de los presos palestinos ya hizo fracasar en el verano de 2003 el último esfuerzo de paz, y convirtió en papel mojado los 53 párrafos de la Hoja de Ruta, que un mes antes habían firmado Mahmud Abbas y Ariel Sharon en el balneario de Aqaba (Jordania), a orillas del mar Rojo, en presencia del presidente estadounidense, George W. Bush. Dos días después de que Abbas y Sharon se reunieran para tratar de superar este mismo escollo, en una sesión en la que no faltaron los insultos, se reanudaron los ataques, la maquinaria de guerra se puso en marcha y se acabaron 53 días de tregua. Entonces, los israelíes lanzaron un misil sobre un barrio de Gaza, matando a Salah Shajade, al máximo responsable militar de Hamás, pero también a 14 civiles, entre ellos nueve niños. La reacción fue inmediata: un activista palestino hizo estallar la bomba que llevaba en la cafetería Frank Sinatra de la Universidad Hebrea de Jerusalén, matando a siete personas.
El debate sobre los presos es la prueba palpable de la gran desconfianza y escepticismo que embarga a israelíes y palestinos en este nuevo proceso de paz que tratan de retomar. Si este tema no se resuelve en un plazo de 48 horas, Sharm el Sheij puede acabar convirtiéndose en un lugar maldito. No en vano en el último quinquenio han ido estrellándose en este lugar las esperanzas de paz. Esta ciudad-balneario fue escenario en septiembre de 1999 de la firma de los documentos de aplicación de los Acuerdos de Wye River, entre Ehud Barak y Yasir Arafat, en presencia de Clinton. Un año más tarde, en octubre de 2000, sirvió también de punto de encuentro a otro proceso fallido, el establecimiento de la Comisión Mitchell para poner fin a la Intifada.
Estados Unidos, consciente de todas estas incertidumbres, ha optado por mantener un perfil bajo en la cumbre del martes. La decisión está ya tomada; se quedará entre bastidores. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, abandonará la región pocas horas antes de que se levante el telón en Sharm el Sheij. "Uno no tiene por qué estar en cada reunión representado al nivel más alto para ser un participante y para ser parte de la solución", aseguraba ayer Adam Ereli, un portavoz estadounidense, tratando de justificar la ausencia.
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