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ANÁLISIS
Columna
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El eterno retorno

LA PROPUESTA DE REFORMA de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi, rechazada en el Congreso el pasado martes por 313 votos sobre 344, es la denominación oficial -intencionadamente desorientadora- adjudicada por el Gobierno vasco y la Cámara de Vitoria a un texto que modifica masiva y sustancialmente la Constitución de 1978 y cuyo verdadero objetivo no es la reforma, sino la sustitución y la correspondiente derogación del Estatuto de Gernika. El Pleno se celebró en un tono cortés y civilizado; las excelentes intervenciones del presidente del Gobierno y de los portavoces del PSOE y del PP aportaron convincentes razones para desmontar el artificioso tenderete retórico e ideológico levantado por el lehendakari Ibarretxe y el Parlamento vasco para amparar sus pretensiones. Pero la democracia deliberativa encalla cuando los argumentos son utilizados -así lo hicieron los nacionalistas el martes- como meras tapaderas de intereses, emociones y pasiones.

El Pleno del Congreso rechazó por una abrumadora mayoría la propuesta del Parlamento vasco para que las Cortes Generales aprueben la sustitución del Estatuto de Gernika por un nuevo texto

La Propuesta modifica la Constitución sin ocultamientos y a veces de manera explícita (cuando declara inaplicable algunos de sus artículos dentro del País Vasco), a fin de convertir a corto plazo al Estado autonómico en un difuso marco confederal y de posibilitar a plazo indefinido la declaración unilateral de independencia por el Parlamento de Vitoria, refrendada luego por la mayoría de los votos válidos -sea cual sea la participación electoral- emitidos en las urnas. La ganzúa utilizada para justificar esa ilegal usurpación de las competencias de las Cortes Generales y de los ciudadanos españoles en su conjunto (incluidos los vascos) es la Disposición Adicional Primera, que ampara "los derechos históricos de los territorios forales" (esto es, Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra) "en el marco de la Constitución y los Estatutos de Autonomía". De creer al lehendakari, esa cláusula tautológica (incluida tan candorosa como inútilmente en la coda de la norma a causa de una engañosa negociación con el PNV para conseguir un apoyo finalmente negado) tendría capacidad mágica para vaciar por entero el contenido de la Constitución (como el agua de un recipiente cuando se levanta el tapón) y sería su único precepto inmodificable.

El proyecto rechazado por el Congreso se proponía "suceder y sustituir " -reza la declaración final- al Estatuto de Gernika, refrendado en 1979 por el 90,20% de los votos (831.839 sufragios) con una participación en las urnas del 58,86%, equivalente, por tanto, al 53,13% sobre el censo electoral de la población vasca. Ese aplastante respaldo no fue sólo -aunque también- cuantitativo: los votantes procedían indistintamente de los partidos nacionalistas, la Unión de Centro Democrático (entonces en el Gobierno), el PSOE y el PCE. Del consenso estatutario sólo quedaron excluidos Alianza Popular (la antigua denominación del PP) y Batasuna (entonces y ahora brazo político de ETA). El diputado del PNV, Erkoreka, tiró de hemeroteca para ilustrar profusamente las críticas de AP (cuyas candidaturas vascas obtuvieron en 1979 el 3,34%) al Estatuto de Gernika en el momento de su aprobación. Pero esa información histórica correcta ha sido cocinada políticamente de manera maliciosa y fraudulenta. Los populares rectificaron hace muchos años su posición: el anterior presidente del PNV, Xabier Arzalluz, así lo reconoció cuando votó en 1996 la investidura presidencial de Aznar y elogió con encendidas palabras -en detrimento de Felipe González- al Gobierno del PP.

Para justificar el entierro del Estatuto de Gernika y su fraudulenta mutación en un texto burdamente inconstitucional que rechazan los socialistas y los populares (respaldados en 2004 por el 46% de los votos en el País Vasco y el 80,30% en el resto de España), el PNV suele falsificar groseramente la historia de estos 26 años de autonomía. Pero nadie había escalado las alturas de impostura, demagogia y mendacidad alcanzadas el martes por Erkoreka, que tuvo el tupé de calificar al Estatuto de Gernika de "papel mojado" y "timo de la estampita"; esa supuesta estafa se debería a la "ruptura unilateral" que habrían perpetrado "por lo bajini" las Cortes Generales y el Tribunal Constitucional.

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