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Festival de Viña del Mar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El largo camino de Myriam Hernández a la gaviota de platino en el Festival de Viña del Mar

La más popular cantante internacional chilena vivió su carrera sobre el escenario. Fue invitada, jurado, animadora y acompañante en la Quinta Vergara. Igual hubo que firmar un decreto alcaldicio de urgencia para que le entregaran el premio

La cantante chilena Myriam Hernández
Myriam Hernández en Viña del Mar, en Chile, el 24 de febrero de 2025.Adriana Thomasa (EFE)

Sobre el escenario Myriam Hernández era ovacionada por la multitud, que premiaba su larga trayectoria, el retorno a un escenario que la acogió como joven promesa, como artista consagrada y, en cinco oportunidades, como animadora. Protagonista absoluta de la fiesta, el Festival de la Canción de Viña del Mar, la cantante chilena de 57 años disfrutaba de su éxito cuando el público comenzó a pedir Gaviota de Platino para ella.

Un premio que apenas se había entregado en cinco oportunidades en el escenario de la Quinta Vergara. Luis Miguel, Miguel Bosé, Isabel Pantoja (en reconocimiento a Juan Gabriel), Lucho Gatica (de manera póstuma) y Los Jaivas. Desconcertados, los animadores del certamen avisaron que, para entregar el galardón, “debían cumplirse ciertos requisitos”.

La Gaviota de Plata fue originalmente la estatuilla con que se premiaba a los ganadores de la competencia nacional y folclórica, pero con el paso de los años se transformó en el galardón que otorgaba la concurrencia a los artistas invitados que cumplieran una buena actuación. Así fue hasta que, para aquellos que encandilaban al respetable, se creó una Gaviota de Oro.

Entendiendo que la profusión de premios terminaba por desvirtuar el galardón, durante la década de los 80 se intentó eliminar la Gaviota, creando La Antorcha de Plata para los invitados, reservando la estilizada ave para las competencias. Hasta que, en 1988, el año del plebiscito que marcó el fin de la dictadura, el cantante venezolano José Luis Rodríguez, El Puma, subió al escenario, se llevó la Antorcha (de plata y de oro a esas alturas) y marcó uno de los momentos más polémicos en la historia del evento.

Cuando el público comenzó a pedir la Gaviota —que de manera excepcional la organización, la alcaldesa y el público le habían entregado ya a la humorista Gloria Benavides dos días antes— El Puma la quiso para sí también. Y alentó la reacción popular. Se quedó sobre el escenario, en silencio, durante más de veinte minutos, y cuando vio que la alcaldesa María Eugenia Garrido, designada por el régimen de Pinochet, no estaba dispuesta a entregarla, pronunció la célebre frase “a veces hay que escuchar la voz del pueblo”.

Alcaldesa de la dictadura, Garrido finalmente cedió, subió al escenario y sin muchas ganas otorgó el galardón al cantante, en un festival que estuvo marcado por las alusiones políticas y los gestos sobre el escenario. Dos años más tarde, el cantante Enrique Iglesias, al recibir la Gaviota de Plata y dejando en claro que no conocía ni su historia ni la de su padre, Julio, sobre ese escenario, decidió devolvérsela al público. La arrojó a la platea hiriendo a dos mujeres, una en su cara y otra en los dedos de la mano.

A Miguel Bosé, otro que cumplió varios ciclos en la Quinta Vergara, se le homenajeó en el 2018 en su décima presentación, anunciando que sería la última. Como ya no le quedaban premios por recibir le obsequiaron un collage de fotos, que quedó en la historia del festival como el premio más ordinario jamás entregado. No se repitió la experiencia.

Por eso, cuando la gente, emocionada y vibrante con la actuación de Myriam Hernández, la cantante chilena más reconocida en Latinoamérica, pidió la Gaviota de Platino, las autoridades quisieron hacer un nuevo gesto. Acompañada de una cámara en vivo que la seguía a sus espaldas, la alcaldesa Macarena Ripamonti, representante de la colación gobernante por el Frente Amplio, recientemente reelegida por voto popular, quiso distanciarse del circo romano instaurado por la dictadura.

Al final de su recorrido llegó a una oficina donde sesionaba el comité organizador del festival, y haciendo una charada burocrática, procedió a firmar el decreto edilicio que otorgaba el premio a la artista, quien, sobre el escenario, esperaba con paciencia que terminara el trámite burocrático que pondría broche a su actuación. Acompañada por sus dos hijos y sobrellevando su reciente separación de quien era su manager y esposo por 35 años, Jorge Saint Jean.

Perplejo, el público presente y el televidente comprendió atónito que se trataba de una puesta en escena, y no un homenaje a la ‘permisología’, un término que se ha puesto de moda en la política en los últimos años para dar cuenta del exceso de trámites que se debe cumplir en la administración pública para ciertas materias.

Con el decreto firmado y timbrado, se procedió a la entrega de la anhelada gaviota. A diferencia de la dictadura de 1988, donde sólo se requería del pulgar arriba de la autoridad edilicia. Tras cuatro presentaciones en Viña (89,91,94 y 2001), cinco años de animadora entre el 2002 y el 2006, una como jurado y dos acompañando a otras estrellas (José Feliciano y Karol G), Myriam Hernández recibió una Gaviota de Platino, tras haber cumplido con todos los ‘requisitos’ establecidos por la ordenanza municipal. Lo atestigua un decreto con timbre, firma y autorización notarial. Como corresponde.


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