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Columna
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1 de Febrero de 2005

Uno de febrero de 2005; 25 de octubre de 1839; fechas símbolo para el victimismo del nacionalismo vasco. Ése era el propósito de Ibarretxe ayer en el Parlamento. Y, quiérase o no, así va a ser utilizado en toda la campaña electoral a la que dará el pistoletazo de salida. Y aun, después. La estrategia está ya marcada: el rechazo del Plan ha sido una gran imposición contra el pueblo vasco ejecutada unilateralmente por el PP y el PSOE en Madrid. Lo decía Ibarretxe el pasado 21 en la prensa (EL PAÍS). Se ha dicho a los vascos, decía él (aquí se olvidaba de las vascas), "que el autogobierno que vayan a tener no lo decidirán democráticamente ellos sino el PP y el PSOE en Madrid, de forma unilateral y, por tanto, al margen de las instituciones y de la voluntad democrática de todos los demás". Incluso la negativa de Zapatero en su día a aceptar la metodología Ibarretxe (que consiste en he-tenido-suerte-y-ahora-soy-yo-quien-marca-el-paso-en-este-baile), se convirtió en "un no rotundo" al pueblo vasco, que ya anunciaba "otro no rotundo, el que ofrecerán las Cortes, negando todo , aún sin dar la más mínima posibilidad al diálogo y la negociación". Y terminaba con solemnidad y dramatismo: "como desde 1839 -imposición militar, abolición foral-, seguiremos buscando un camino, construyendo la historia"... Dialogando, naturalmente (en fin, ¿tupido velo al artefacto de Dénia?).

Véase la enorme cantidad y calado de las trampas dialécticas contenidas. Imposición de Madrid. Lo que en Canadá, territorio federal, se supo apreciar, aquí se escamotea: cualquier modificación del estatus de una parte afecta al todo. ¿Quién sostiene que España, sin ser consultada, acepte la "libre asociación" de uno de sus territorios? Podrían pensar que hay que estar a las duras y a las maduras... o no estar. En fin, es un tema. Por lo demás, apela a toda una leyenda de imposición-de-Madrid de una fortísima resonancia emotiva en el país.

Lo que en el nacionalismo es Santa Voluntad Popular, en los demás se convierte en Acuerdo Unilateral del PP y el PSOE (reparen en el orden de los partidos). No puede haber falsedad más grotesca. Si los partidos de gobierno en la CAV cuentan con 604.227 votos en las últimas elecciones, la oposición del PSE y PP tiene 575.536. Vamos, casi un empate técnico en la CAV... y gracias a EB. No es cosa de hablar del resto del territorio. Y, como complemento a lo anterior, la vieja fórmula utilizada en 1931 por el nacionalismo vasco y el carlismo al llamarse Minoría Vasco-Navarra. En este caso, Ibarretxe representa a los-vascos-y-vascas. ¿Y Erkoreka, Azpiroz o Jaúregui que forman parte del pleno? Todos, sin exclusión, nos representan. Y, sin embargo, nada está haciendo que eso se visualice.

En resumen, una gran mentira convertida en discurso creíble. Sabido esto, sólo cabe que la gente sensata impida que 2005 se convierta simbólicamente en otro 1839. Si en aquel caso hicieron falta más de ciento cincuenta años para que historiadores profesionales convirtieran lo que se llamó "abolición de los fueros" en su "confirmación" (ciento cincuenta años a vueltas con falsedades históricas; no entraré en ello, sólo apuntar que, en contra de los hechos, se presentó aparatosamente una parte de aquella ley omitiendo el resto), si en aquel caso hicieron falta 150 años, esperemos que en esta ocasión falle la estrategia de la falsificación.

No se puede mentir sin conocer la verdad, dice un tal Esterházy. Le ocurre a Ibarretxe. No miente porque ignora la verdad. Así apareció en el estrado ayer. Decir que el rey está desnudo es lo primero que deberá hacer quien le responda con sensatez. Y, luego, desmontar todo el resto de falsedades: nada de imposiciones de Madrid, franco debate parlamentario (sin "abrir puertas", como ayer decía alguien, que no sean las de volver a casa para hablar con los suyos); toda legitimidad en esta democracia emana de la ciudadanía, no hay categorías en esto; y, finalmente, cierta escenificación de que somos los vascos quienes tenemos posiciones variadas, desbaratar esa dualidad Madrid / País Vasco. Luego... que hablen los electores.

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