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ELECCIONES EN IRAK | Los kurdos

El voto ausente de los refugiados de Kirkuk

Juan Carlos Sanz

Mientras en todos los colegios electorales del Kurdistán se formaban largas colas, la escuela Alcam del distrito de Benaslawa, un campamento de centenares de chabolas de adobe situado en las afueras de Erbil, estaba ayer desolada. En Benaslawa viven miles de refugiados kurdos iraquíes que huyeron a Irán a partir de 1970 y, sobre todo, de antiguos habitantes de Kirkuk expulsados por el régimen de Sadam Husein tras la revuelta kurda de 1991, que abrió las puertas a la autonomía del Kurdistán tras la guerra del Golfo.

"Se han ido casi todos a votar a Kirkuk, vinieron a buscarlos ayer en autobuses y no volverán hasta el domingo, cuando acabe el toque de queda", aseguraba el responsable de la administración electoral en el colegio, Asad Husman, de 50 años. Pero, Izadín Tasit, de 70 años, se quedó a votar ayer en Bensalawa. "Mi mujer está enferma, y mis tres hijos y sus familias se han marchado a votar a Kirkuk, alguien tiene que quedarse a cuidar la casa", explica Tasit, un antiguo peshmerga (miliciano) que se echó al monte y que acabó siendo expulsado a Erbil en 1992. "Kirkuk es parte del Kurdistán, en 1955, antes de que empezara la arabización, la mayoría éramos kurdos".

Petróleo e independencia

Los líderes del Kurdistán arrancaron hace dos semanas al Gobierno provisional de Bagdad el compromiso de que pudieran votar en Kirkuk más de 100.000 kurdos desplazados por la fuerza en el pasado. Una decisión que ha desatado las protestas de las comunidades árabe y turcomana de Kirkuk, capital de una provincia con ricos yacimientos de petróleo, y una nada velada amenaza de intervención del Gobierno y los generales de Ankara en defensa de la minoría de origen turco. Precisamente en Kirkuk se registró ayer un ataque con granadas de mortero contra una base estadounidense poco antes de que los colegios electorales abrieran sus puertas. El petróleo de Kirkuk, un 40% de las reservas de Irak, puede convertirse en el principal recurso para el nacimiento de un Estado kurdo viable. La independencia, por ahora, sólo es la aspiración mayoritaria de los más de cinco millones de kurdos iraquíes.

Aparentemente, los dos grandes partidos kurdos dieron también ayer cancha al Movimiento por el Referéndum del Kurdistán, para que instalara sus mesas y tenderetes a las puertas de los colegios electorales. Voluntarios, como el estudiante de Economía Bestun Alí, de 25 años, ofrecían a los electores que acababan de depositar su voto una tarjeta con las banderas de Irak y del Kurdistán, para que marcaran la casilla de la integración federal con Bagdad o la de la independencia. La iniciativa tuvo una amplia acogida popular. "Nuestra gente ya no quiere seguir viviendo con terroristas árabes, sino en el Kurdistán libre", predicaba el joven Bestun a las mujeres que guardaban cola ante su tienda de campaña.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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