Superioridad malgastada
Osasuna cede al final un punto a un Deportivo al que tuvo noqueado
Entre los sedimentos de Ligas, partidos internacionales, competiciones europeas y Copas, cada vez resulta más complicado encontrar un atisbo de fútbol comprometido, de convicción y espectacular. Osasuna lo ofreció ayer desde el primer minuto masacrando al Deportivo en todas las facetas del juego y destripando el mecanismo de un reloj, el del cuadro gallego, que ya ha perdido la precisión del pasado. Sin embargo, los de Javier Irureta, tras un partido bajo cero, se calentaron casi en el descuento para empatar lo que tenían perdido de acuerdo a sus méritos.
La resurrección del último tramo sólo puede ser entendida en un equipo que se ha ido emborronando con el tiempo, pero que esconde un núcleo de calidad pura con el que se puede huir de cualquier situación embarazosa sin necesidad de hacer el ridículo.
OSASUNA 1 - DEPORTIVO 1
Osasuna: Elía; Izquierdo, Josetxo, Cruchaga, Corrales; Puñal, Pablo García; David López, Webo (Iván Rosado, m. 78), Moha; y Morales (Milosevic, m. 84).
Deportivo: Munúa; Manuel Pablo (Héctor, m. 64), Pablo Amo (Munitis, m. 71), Andrade, Romero; Sergio, Duscher; Scaloni (Víctor, m. 84), Valerón, Luque; y Tristán.
Goles: 1-0. M. 65. Pase de Webo al área pequeña que Pablo Amo desvía hacia su portería.
1-1. M. 87. Sergio remata un rechace dentro del área.
Árbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Munúa, Corrales y Andrade.
14.347 espectadores en El Sadar.
Los locales dominaron en todas las líneas, pero fue en el ataque en la que mejor se comportaron. Eso sí, sin el premio del gol. La pareja de punta formada por Morales y Webo actuó como una jauría de lobos encerrada en un gallinero. Persiguieron todos los balones, encerraron a la defensa deportivista contra la línea de cal y le obligaron a sumergirse en sus propios miedos. El Depor, por su parte, trataba de despegarse de la presión mediante contragolpes muy aislados y que sólo conseguían aguijonear más el voluntarismo ganador del conjunto navarro.
La única incógnita que se dibujaba era saber hasta cuándo iban a poder aguantar el frenético ritmo físico y psicológico. Sorprendentemente, cada balón dividido seguía cayendo siempre del mismo lado y Osasuna veía el marco de Munúa con notable regularidad. Pero el gol llegó a los 65 minutos y en propia puerta tras una jugada de Webo. Pablo Amo trató de despejar como un juvenil y coló el balón en la meta de su compañero.
El partido parecía acabado, pero llegaron los destellos del Deportivo. Avisó Tristán con un remate de cabeza que se fue por unos milímetros y con una internada del recién llegado Munitis. Y, como premio a esta nadería infame, Sergio apareció tras una falta botada desde la derecha y empalmó el rechace para lograr el empate. Un único destello del Depor de antaño que sirvió a Irureta para salvar un punto, pero no la vergüenza.
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