Guerra de pasquines en Nàquera
Los grupos políticos del Ayuntamiento se enzarzan en un cruce de comunicados con denuncias y acusaciones
Los vecinos de la localidad valenciana de Nàquera han visto en las últimas semanas cómo los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento han cruzado, a través de comunicados y pasquines, denuncias y acusaciones diversas, derivadas de la peculiar historia reciente del gobierno municipal. Una convulsa historia en la que aparecen una moción de censura, tránsfugas, nepotismo, concejales que cambian de partido, ediles expulsados del pleno, protestas vecinales en las calles y en el Ayuntamiento..., todo ello con un decorado presidido por constantes polémicas referidas a cuestiones urbanísticas.
La polémica que ya presidió la vida municipal en Nàquera en el periodo 1999-2003 se recrudeció tras las elecciones de mayo de 2003, en las que el PP perdió la mayoría al pasar de siete a cinco concejales, mientras el PSPV crecía de dos a cuatro y UV mantenía sus dos ediles. Ya en el primer pleno municipal celebrado tras los comicios saltó la sorpresa cuando la alcaldía no fue a parar al candidato popular, Ricardo Arnal. En su lugar fue elegido un primo suyo, Francisco Arnal, cabeza de lista de los socialistas, que obtuvo el inesperado apoyo de los concejales de UV. Pero Francisco Arnal apenas tuvo tiempo para empuñar la vara de alcalde. En septiembre de ese año los regionalistas le daban la espalda -porque los socialistas no aceptaron repartirse la alcaldía a razón de dos años para cada partido- y respaldaban la moción de censura impulsada por el PP para colocar al frente del Ayuntamiento a Ricardo Arnal.
Los enfrentamientos están presididos en Nàquera por los intereses urbanísticos
El nuevo plan general prevé más que duplicar el número de viviendas
El anterior gobierno municipal, con el popular Salvador Pérez a la cabeza, había desplegado una frenética política urbanística que supuso la puesta en marcha de 11 planes de actuación que afectaban al 11% del término municipal, incluida la zona de Les Fontanelles, afectada por el parque natural de la Serra Calderona. Unos planes -en especial este último, que preveía la construcción de 1.300 chalés, un hotel y un campo de golf en un terreno forestal en gran parte de propiedad pública- que los socialistas paralizaron al llegar a la alcaldía.
Pero en el nuevo gobierno municipal PP-UV tampoco funcionó. Cinco meses después se rompió el pacto porque el alcalde, Ricardo Arnal, le retiró las competencias al concejal de Urbanismo, el regionalista Manuel Miralles. Éste pretendía aprobar a toda prisa el Plan General de Ordenación Urbana, que dejaba vía libre al polémico plan de Les Fontanelles. El PP pasó a gobernar en minoría, con apoyos puntuales de los socialistas, que respaldaron los presupuestos de 2004 y votaron a favor del nuevo planeamiento urbanístico. Unos apoyos que provocaron una crisis interna en el PSPV de Náquera que terminó con la fuga del anterior alcalde, Francisco Arnal, quien desde entonces ejerce como primer teniente de alcalde, a las órdenes de su primo.
De esta manera, el PP gobierna ahora con una cómoda mayoría y tiene enfrente a un Grupo Socialista dividido y a una UV -que en Nàquera está dominada por escindidos del PP- aislada. Así, el partido que en el mandato anterior desató la polémica urbanística sigue en el poder a pesar de que los ciudadanos de Nàquera le castigaron en las urnas. Ricardo Arnal se dedica a gestionar la herencia que le dejó el anterior alcalde popular, Salvador Pérez, cuyos asesores -algunos con intereses urbanísticos- continúan en el Ayuntamiento. Y lo hace sin cuestionar para nada esa herencia y sin dar ningún paso para aclarar los conflictos y la polémica urbanística generados en el anterior mandato municipal.Con la excepción del plan de Les Fontanelles, que, de momento, sigue sin autorizar. Pero no ha revisado ni paralizado otros proyectos urbanísticos cuestionados, ni ha hecho avanzar la comisión de investigación urbanística creada en la última época de la alcaldía de Pérez y vuelta a constituir tras las elecciones de 2003.
En este contexto es de destacar que la redacción definitiva del nuevo planeamiento urbanístico, que el PP aprobó sacar a exposición pública con apoyo del PSPV, ha modificado algunas cuestiones importantes: aumenta el suelo urbano y el suelo urbanizable y desprotege suelo agrícola, que pasa de ser no urbanizable de protección agrícola, paisajística y forestal a no urbanizable común y, por lo tanto, susceptible de ser recalificado. Así, si hace unas décadas, del secano, de los viñedos y de los algarrobos y almendros que presidían el término de Nàquera se pasó a los naranjales y a un incipiente proceso de construcción de chalés, ahora se abre la vía para que los naranjos dejen su sitio a nuevas zonas residenciales. No en vano, el nuevo plan general prevé más que duplicar el número de viviendas en esta población del Camp de Túria, que tiene 3.500 habitantes: a las 4.500 viviendas que existen en la actualidad se sumarán otras 4.900 en los próximos años.
Y todo ello mientras los discutidos PAI, el polígono industrial y el pabellón deportivo, entre otros proyectos heredados del anterior mandato, a los que en el actual se han sumado otros, como el de la base de contenedores, siguen generando controversia, tanto entre los ciudadanos como entre los partidos. En las últimas semanas los tres grupos políticos con representación municipal han emitido comunicados, han repartido pasquines y han cruzado denuncias.
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