Max Velthuijs, escritor y dibujante holandés de literatura infantil
Si algunos personajes de ficción se parecen mucho a sus creadores, en el caso de la Rana, salida del pincel del escritor holandés Max Velthuijs, la semejanza era de lo más visible. De color verde y vestido con un simple bañador rojo y blanco, el batracio más burlón de la literatura infantil personificaba el espíritu a la vez soñador y libre, patoso y bocazas que traslucía el autor, arropado por su frase favorita: "Vivir es maravilloso". Para Velthuijs, nacido en La Haya, donde ha fallecido a los 82 años e hijo de maestros, las aventuras de su rana de cabecera fueron cobrando importancia a medida que él se afianzaba en su carrera.
Estudiante de diseño gráfico en la Academia de Bellas Artes de Arnhem y luego profesor en su homónima de La Haya, ejerció primero como dibujante de viñetas de tono político y también trabajó para multinacionales como Shell y KLM, además de la compañía telefónica holandesa (PTT).
Su estreno en el mundo de los dibujos infantiles propiamente dicho tuvo lugar en 1969 con El niño con el pez. Para 1976 recibió un Pincel de Oro por su libro El monstruo bonachón y los ladrones. A partir de ahí su trabajo se hizo muy popular y empezó a asomar la ranita que sería luego protagonista absoluta de sus páginas. Un personaje dulce pero secundario de principios de los años ochenta transformado en el héroe de la trama en 1989 con La Rana se enamora. Desde entonces acaparó 13 de sus libros, el último de ellos en 2003, titulado La Rana está triste. Las aventuras de la rana le valieron al autor no menos de ocho galardones en Holanda, tanto por los textos como por las ilustraciones.
Para cuando Velthuijs recibió en septiembre pasado el premio Hans Christian Andersen, el mayor reconocimiento internacional de la literatura infantil, a su obra ilustrada, el autor holandés disponía ya de una auténtica colección de animales favoritos. Dibujados en vivos colores y con un trazo grueso que resaltaba incluso más aún la personalidad de sus mascotas, no había historia sin el Elefante bobalicón; el Cocodrilo sabiondo; el Pato inocente; la Liebre ilustrada; el Oso vividor; la Rata forastera e inquieta o el Cerdo trabajador. Y la Rana, claro, capaz de hacer amigos con facilidad y de reírse de sus propios errores. A veces, los mismos animales le servían para recrear fábulas tradicionales, como la de La cigarra y la hormiga. Protagonizada en su caso por el Cerdo y el Oso, Velthuijs los convierte en grandes amigos y consigue que el oso comprenda la importancia de prepararse para el invierno sin perder sus ganas de pasarlo bien.
Traducido a 30 lenguas, entre ellas el español, Max Velthuijs vendió alrededor de tres millones de libros, la mayoría de su rana particular. En una ocasión permitió la entrada de las cámaras de televisión a su estudio para que le filmaran dibujando a la Rana. La verdad es que casi no hizo falta verle coger el pincel para perfilarla. Los colores verde y rojo presidían su mesa de trabajo y la rana que se ha hecho un hueco en tantas bibliotecas, parvularios, colegios y casas particulares de niños de todo el mundo devolvía miradas burlonas por toda la habitación.
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