Al alcalde de Las Rozas

Pasé por el arroyo Lazarejo y, tal era su pestilencia, que, entre náuseas, vomité. A Dios gracias, ya me encuentro mejor. Pero el motivo de preocupación persiste. ¿Será bueno para mí, y por tanto para el resto de nuestros convecinos, pasear por la zona? ¿Corren peligro de enfermedad grave nuestros hijos y nuestras mascotas? He de decir que entiendo que la respuesta ha de ser afirmativa. El arroyo Lazarejo (en adelante, Fétido) es una fuente de enfermedades.

Los indicios avalan la enorme seriedad del problema. No podemos desconocerlos y sería grave el ocultarlos. El primero de estos indicios es de sobra conocido por usted. Durante años, mediante fondos presupuestarios pagados por todos los vecinos, se han plantado en los entornos del arroyo Fétido más de mil retoños de encina de los que no se conoce que haya fructificado ninguna.

¿Puede ser esto culpa de la empresa contratada? ¿O de los técnicos municipales? No, la responsabilidad de este desaguisado me-dioambiental recae sobre las aguas del arroyo Fétido. Ruego que adopte las medidas oportunas a fin de atajar el enorme problema sanitario expuesto, mandando clausurar la zona afectada.