Jacques Villeret, el gordito del cine francés
Jacques Villeret tenía 53 años, había intervenido en unas sesenta películas y había obtenido en el teatro dos grandes éxitos: con La contrebasse, de Patrick Suskind, y Le dîner des cons (La cena de los idiotas), de Francis Veber. Nacido en Tours en 1951, Villeret obtuvo el primer premio de su promoción en el conservatorio teatral parisiense. Su pelo rizado, ojos saltones y, sobre todo, sus muchos kilos de más determinaron su especialización en personajes cómicos. Y tal y como lo quiere el tópico, Jacques Villaret era el payaso que llora. Enfermo -diabetes- y depresivo, mal cuidaba su soledad a base de éxitos y alcohol.
Su debut cinematográfico data de 1972, a las órdenes de Yves Boisset en RAS, una película sobre el racismo cotidiano. Ahí ya es un hombre de pocas luces, que sigue siempre lo que dice la mayoría, un pobre tipo conciliador arrastrado por la demagogia de quiénes gritan más. Ese papel lo repite con éxito en Dupont Lajoie (1975) al tiempo que Claude Lelouch le propone convertirse en francés medio en Toute une vie (1974), Le bon et les mechants (1976) o Robert et Robert (1978 y premio Cesar al mejor intérprete de reparto). Cineastas como Jean Luc Godard, Michel Mitrani o Andrej Wajda también recurren a él, pero siempre es para papeles de composición. El gran éxito en el cine le llega de la mano del teatro, retomando en la pantalla el papel del idiota de La cena de los idiotas (1997), que le vale otro Cesar, ahora al mejor actor. Tras ello Jean Becker le embarca en tres filmes -Les enfants du marais, Un crime au paradis y Effroyables jardins- que le permiten explotar todos los registros de su paleta. Son éxitos importantes como también lo ha sido Vipêre au poing (2004), de Philippe de Broca, o se espera que lo sean dos de las cintas suyas aún pendientes de estreno: Iznogoud y Les âmes grises. La primera de ellas es la adaptación de un cómic y está en la línea de comicidad popular, simple e inmediata, mientras que la segunda es la versión cinematográfica de una novela sombría cuya acción transcurre entre 1914 y 1924.
Si la filmografía de Villeret no incluye grandes películas o en las mejores él sólo desempeña un papel secundario, se debe sobre todo a la escasa imaginación de los cineastas y productores, que no han sido capaces de aceptar a un gordo más allá de la comicidad y la melancolía. Esas dos cuerdas Villeret las ha jugado con gran conciencia profesional hasta este viernes 28 de enero, en que víctima de una hemorragia interna en su casa de campo de Evreux, fue trasladado al hospital local, donde falleció.-
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