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Crítica:ESTRENO | 'Entre vivir y soñar'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un largo primer beso

¿Se puede quedar una persona literalmente colgada de un primer, adolescente beso apresurado, y cuidar su recuerdo durante décadas como se cuida una tierna flor de invernadero?

Éste es el más bien peregrino punto de arranque de la última criatura de Albacete y Menkes, dos cineastas temibles cuando se les sube la modernez al caletre, pero aquí extrañamente compuestos y dispuestos a llevar hasta el final una propuesta cualquier cosa menos estridente. Y lo hacen a pesar de ser el suyo un arranque, convengamos, cargado de idealismo juvenil, de adolescente inverosimilitud.

Por fortuna, pronto las vicisitudes de su protagonista, una mujer de mediana edad cansada de su vida familiar, de su marido, de lo que le ha tocado en suerte (una Carmen Maura espléndida, como en ella es regla: estos papeles le van como anillo al dedo), se orientan en una dirección más, con perdón, convencional, y ahí tenemos a la señora, dispuesta a revolver cielo y tierra para, en un viaje tan inopinado como, en el fondo, productivo, al París de todos los mitos, reencontrarse con su furtivo, fugaz enamorado.

ENTRE VIVIR Y SOÑAR

Dirección: Alfonso Albacete y David Menkes. Intérpretes: Carmen Maura, Alex Brendemüll, Soledad Silveyra, Manuel Manquiña, Thierry L´Hermitte. Género: comedia. España, 2004. Duración: 110 minutos.

Más información
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Tiene Entre vivir y soñar las hechuras de una comedia clásica, un tema de alcance universal (¿podrá la realidad rivalizar con los sueños?) y unos actores que hacen lo que pueden con sus personajes, aunque estén mal dibujados (es lo que ocurre con el que interpreta la argentina Soledad Silveyra). Pero bien porque la modestia de la propuesta se hace inmediatamente simpática, bien porque el juego que pronto se establece entre Maura y un desenvuelto, alocado Alex Brendemüll termina teniendo su cuota de interés, lo cierto es que la película se deja ver con simpatía... algo que no siempre se puede decir del cine de sus creadores.

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