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Entrevista:EDUARDO JORDÁ | Premio Ateneo de Sevilla de Poesía | SIGNOS

"No creo en las corrientes literarias, un poeta verdadero siempre tiene que ser una isla"

El escritor Eduardo Jordá (Palma de Mallorca, 1956) ha obtenido el

III Premio Ateneo de Sevilla de Poesía con la obra Mono aullador. Jordá, que vive en Sevilla desde 1989, es autor de la novela La fiebre de Siam (1988); el volumen de relatos Orco (2000), y los libros de narrativa de viajes Tánger (1993), Norte Grande (2002) y Lugares que no cambian (2004). Jordá ha publicado también dos volúmenes de diarios, Terra incognita (1997) y Canciones gitanas (2000), en los que narra viajes por Irlanda, Malaisia, la India y Marruecos. Como poeta, es autor de La estación de las lluvias (IV Premio de Poesía Renacimiento, 2001), Ciudades de paso (2001) y Tres fresnos (2003). El III Premio Ateneo de Sevilla de Poesía está dotado con 12.000 euros y ha recibido en esta edición 297 originales de toda España y América, de los cuales 68 procedían de Sevilla. Mono aullador, el poema que da título al libro, se inicia así: "Qué difícil partir. Decir adiós / es algo que he olvidado. Yo no quiero / que te vayas. Sin ti, yo no tengo ya sustancia, / no existo, no soy más que un diminuto / mono aullador que gime entre los restos / de un tronco calcinado".

Pregunta. ¿Qué le ha supuesto ganar este premio?

Respuesta. Poder comprar tiempo, que es lo más importante en la vida.

P. Es su cuarto título de poesía. ¿Ha habido una evolución en su obra poética?

R. No. Yo empecé a publicar muy tarde. En mi caso no se ve la evolución de un poeta que publica desde los 25 años. Yo soy un poeta que empezó a publicar maduro. Mi visión es la de alguien que ve las cosas desde mucho más allá de la mitad del camino de la vida.

P. Empezó a publicar tarde para lo que suele ser habitual entre muchos poetas. ¿Por qué?

R. Empecé a escribir poesía con 15 años, pero nunca me sentí lo suficientemente satisfecho de lo que había escrito hasta los 40 años. Hasta esa edad no me empezó a gustar lo que escribía. Y entonces me planteé empezar a publicar.

P. ¿Durante esos 30 años de escritura en que no publicó poesía no hubo periodos en los que dejó de escribir pomas?

R. No paré nunca de escribir. Tengo escrita mucha poesía de esa época, y lo mejor es dejarla inédita por lo mala que es.

P. ¿Por qué ha titulado Mono aullador el libro ganador del premio?

R. Porque vi a un mono del Amazonas que tiene un aullido muy lúgubre y melancólico en un documental de La 2. Sí, en uno de esos documentales que todo el mundo dice que ve, pero que, en realidad, no ve. Usé a ese mono como imagen para describir el dolor de una despedida y de una separación amorosa. Pensé en cómo un animal puede expresar de una forma tan dramática lo que sentimos los humanos. Es el poema que da título al libro, que está formado por unos 40 poemas.

P. ¿Cuáles son las líneas maestras del poemario?

R. La reflexión sobre el paso del tiempo, que siempre está presente en mi poesía, y el asombro que me produce vivir en un mundo en el que está tan presente el horror junto a la maravilla. Mientras yo escuchaba el canto de un mirlo, probablemente el tsunami se estaba llevando por delante a decenas de miles de personas. El libro muestra esta dualidad de la vida: que está hecha de horror y maravilla.

P. ¿Se sitúa en alguna de las corrientes de la poesía española contemporánea?

R. No. No creo en las corrientes. Creo que cada poeta es una corriente. Puede haber amistades, coincidencias, intereses... Pero un poeta verdadero siempre tiene que ser una isla.

P. ¿Quiénes son sus poetas preferidos, los que más peso tienen en su visión literaria?

R. Yeats, T. S. Eliot, Luis Cernuda, Antonio Machado, Joan Margarit, José Mateos y el polaco Adam Zagajewski, a quien sospecho que le darán el Nobel dentro de unos cuantos años.

P. La literatura de viajes es una parte decisiva de su obra. Ha viajado por Chile, Irlanda, Malaisia, la India... ¿Qué le han aportado esos viajes?

R. Descubres que los seres humanos son mucho más parecidos de lo que se piensa, a pesar de las diferencias de paisaje o cultura. El amor, el odio y la envidia son emociones que se viven de una forma inalterable estés donde estés. Cambia el escenario pero no cambia el alma.

P. En su juventud fue ayudante de documentación de Camilo José Cela. ¿Qué recuerdo guarda de esa época de su vida?

R. El mejor recuerdo que guardo de Camilo José Cela es el de su primera mujer, Charo Conde, que era su secretaria y la persona que le organizaba la vida. Charo Conde era una de las mujeres más maravillosas que he conocido.

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