El Depor renace ante el abismo
El equipo gallego, con el mejor Tristán en dos años, recobra la autoestima con una goleada al Espanyol
Los ingredientes se habían cocido a fuego rápido durante la semana en A Coruña, que parecía ante la inminencia de una explosión inevitable. Y algo parecido a una detonación se escuchó efectivamente en Riazor, aunque de una naturaleza muy distinta a la que se temía. Con algunos futbolistas disparando contra el entrenador, Javier Irureta, y la ira de la hinchada a punto de desbordarse, el Deportivo oteó el fondo del abismo y su instinto de supervivencia se sobrepuso al pánico. En semejantes circunstancias, asomó el mejor Depor de la temporada y se puso la inyección de autoestima que tanto necesitaba. La goleada al Espanyol, que comparecía encaramado en la euforia de su cuarto puesto, supuso el mejor refrendo para Irureta. No sólo porque su equipo saliese del hoyo, sino por la gran actuación de Tristán, que dejó en ridículo las críticas al técnico de su antagonista Pandiani, espectador desde el banquillo del renacer deportivista ante un rival decepcionante.
DEPORTIVO 4 - ESPANYOL 1
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Pablo Amo (Capdevila m. 62), Andrade, Romero; Sergio, Mauro Silva; Scaloni, Fran (Valerón m. 15), Luque (Munitis m. 76); y Tristán.
Espanyol: Kameni; Ibarra, Lopo, Pochettino, David García; Soldevilla, Fredson; Maxi Rodríguez, De la Peña (Morales m. 83), Amavisca (Óscar Serrano m. 53); y Tamudo.
Goles: 1-0. M. 10. Salida en falso de Kameni tras el saque de un córner, el remate de Pablo Amo tropieza en la defensa y Andrade recoge el rechace para marcar. 1-1. M. 17. Falta que saca De la Peña con rosca y Fredson remata. 2-1. M. 22. Pase de Valerón al interior del área para Tristán, que sorprende a la defensa y al portero. 3-1. M. 61. Tristán transforma un penalti que le había hecho Pochettino. 4-1. M. 80. Falta que saca Munitis y cabecea Valerón.
Árbitro: Mejuto González. Expulsó a Pochettino (m. 60) y amonestó a Andrade.
Unos 25.000 espectadores en Riazor.
Irureta había reaccionado al duro ataque de Pandiani con un golpe de autoridad. Y ayer lo ratificó con una alineación inicial en la que, además de prescindir del uruguayo, incluía una apuesta de alto riesgo: la suplencia de Valerón, que cedió su puesto a Fran. Si hubiese salido mal, Irureta se exponía a la crucifixión. Pero no hubo lugar porque Fran se lesionó al cuarto de hora y dejó pista libre a Valerón, reforzado con ración doble de vitaminas tras su fugaz paso por el banquillo.
Pero el hombre del partido fue, sin duda, Tristán, a quien Pandiani había aludido de forma apenas velada como un tipo que se escaquea en los entrenamientos. En mala hora habló el uruguayo porque, al fin, apareció el Tristán extraviado desde el verano de 2002, cuando regresó como un astro roto del Mundial asiático. Tristán marcó un gol magnífico, que evocó además el dulce recuerdo de su vieja sociedad con Valerón, y transformó un penalti que había provocado él mismo en un mano a mano con Pochettino. Más reconfortante aún para el deportivismo fue verle recuperar la facilidad para sortear a los defensas que tanta gloria le proporcionó en sus mejores días.
El Deportivo no estuvo a salvo de los errores que le han condenado últimamente. Otra vez dejó escapar al momento la ventaja que había cobrado a los diez minutos del inicio y de nuevo fue por culpa de una falta mal encarada. Pero, en esta ocasión, la voluntad de supervivencia fue más fuerte que todo.
El Espanyol pasó por el partido sin dejar la menor huella. Vivió casi exclusivamente de los lanzamientos de De la Peña, desafortunado en los demás aspectos del juego. Tampoco Maxi y Tamudo dieron mucho que hablar. Todo el protagonismo lo acaparó Tristán en el día que más lo necesitaban su equipo y su entrenador.
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