EE UU espera que la legitimidad electoral y el nuevo Ejército iraquí rebajen la violencia
Washington confía en poder empezar a retirar sus tropas hacia finales de año
Cuando George W. Bush dijo el jueves que "la supervivencia de la libertad en nuestra tierra cada vez depende más del éxito de la libertad en otras tierras" aludía a Irak y Afganistán, entre otros países. El 60% de los estadounidenses cree -según un sondeo Gallup posterior al discurso- que extender la democracia en el mundo es "esencial" para la seguridad de su país. Por eso, tras las elecciones del próximo domingo y en la perspectiva de empezar a retirar las tropas a fines de año, los dos objetivos de Washington en Irak son la estabilidad política y la formación del Ejército iraquí.
El despliegue de tropas -150.000 soldados- es el más elevado desde la guerra. ¿Qué ocurrirá después del 30 de enero? Durante esta semana y después de las elecciones "habrá, lamentablemente, un significativo aumento de la violencia", según un alto funcionario del Departamento de Estado que divide su tiempo entre Washington y Bagdad. Puesto que las tropas seguirán "hasta cumplir la misión", en palabras del presidente, y eso significa que los iraquíes se hagan cargo de su seguridad, después del 30 de enero se confía -según transmitió el funcionario a un grupo de corresponsales en Washington- en dos elementos: "Primero, una Administración representativa que los iraquíes contemplen como propia, lo que hasta ahora no ha ocurrido, y que confiamos en que surgirá de estas elecciones. (...) Y segundo, tener éxito en el entrenamiento de un amplio número de fuerzas de seguridad iraquíes". Lo fundamental, en todo caso, será "un Gobierno con legitimidad y visión de futuro, porque si se le va a pedir a las fuerzas iraquíes que salgan a luchar contra otros iraquíes, necesitan saber que están trabajando para un Gobierno legítimo".
El funcionario, que afirma que "éstas son las primeras elecciones en la historia moderna árabe en las que no puede predecirse el resultado", confía en una participación significativa. "Según los últimos sondeos, el 82%-83% de los iraquíes dicen que quieren votar, e incluso entre los suníes, el 50% asegura que intentará hacerlo. La participacion suní es básica; se ha hecho todo lo posible por estimularla, pero es muy difícil hacer predicciones, porque hay factores inciertos, como el llamamiento al boicoteo y la intimidación". Es obvio que la no participación tendrá efectos negativos, pero EE UU quiere que el proceso permanezca abierto. "Incluso si hay gente que decide no participar ahora, habrá muchas oportunidades", dijo el miércoles, en Bagdad, el embajador de Estados Unidos John Negroponte.
Más soldados
Mientras, se mantiene la tensión entre la postura del Pentágono de que el número de tropas es suficiente y la de muchos mandos en el terreno, que creen -aunque no lo dicen- que debería haber refuerzos. Un general retirado citado por The Washington Times asegura que jefes del Ejército le han dicho que "necesitan más hombres, y hablan de seis a ocho brigadas, más de 50.000 soldados". Pero el diario recoge también la opinión de otro general retirado, Thomas McInerney, que sostiene que la clave no está en los refuerzos, sino en el Ejército iraquí: "Las fuerzas de EE UU no serán las que ganen en este conflicto; lo harán las iraquíes. Siempre se derrota a una insurgencia con fuerzas locales, no con extranjeras".
Si hay más estabilidad y seguridad, el repliegue podría empezar este mismo año, ha apuntado Colin Powell. Pero nadie se atreve a concretar. En el debate del Senado sobre su nombramiento, Condoleezza Rice dijo: "Los iraquíes carecen de ciertas capacidades y si nos concentramos, tras las elecciones, en ayudarles a construirlas, habremos avanzado mucho hacia el día en el que se necesite menos ayuda de la coalición".
En su estudio sobre la seguridad en Irak, Anthony H. Cordesman, del Center for Strategic and International Studies, recuerda que lo que se haga en materia de entrenamiento no valdrá de nada si no hay Gobiernos -a nivel nacional, regional y local- eficaces y representativos. Cordesman recomienda "mantener la presión sobre el Gobierno de Bagdad" para que mejore su eficacia en el apoyo al Ejército y la policía a todos los niveles, promueva a los capaces y prescinda de los incompetentes; preparar un plan "para que el futuro Gobierno entienda las prioridades de seguridad"; no caer en el apresuramiento, tanto de EE UU como de Irak, "que podría primar la cantidad sobre la calidad, y centrarse en el liderazgo y en unidades militares y policiales eficaces"; subrayar la importancia de la seguridad política "con el objetivo de que sea garantizada por los iraquíes en el referéndum y en las elecciones de finales de 2005"; y crear "mandos, comunicaciones y servicios de inteligencia que enlacen a las fuerzas iraquíes con las de la coalición y que se mantengan cuando se hayan retirado los soldados norteamericanos".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.