Armstrong, "muy disgustado" con la justicia francesa

"Quiero dejar una cosa muy clara: creo firmemente en la competición justa y limpia. Como ya he dicho en otras ocasiones, nunca he utilizado fármacos para mejorar mi rendimiento. Estoy muy disgustado por la decisión del juez de reabrir la investigación sin consultar conmigo antes. Estaré dispuesto a hablar con los investigadores de este caso en cualquier momento y lugar. También podrán estudiar los resultados de todos los controles antidopaje a los que me he sometido. Nunca he dado positivo. Sólo el año pasado me realizaron 22 veces las pruebas. Competiré en la París-Niza en marzo. Estoy seguro de que conseguiré demostrar mi inocencia y espero seguir compitiendo en Francia en los próximos años". Ésta fue, ayer, la respuesta oficial del ciclista estadounidense Lance Armstrong, seis veces ganador del Tour, a la apertura en Francia de una investigación sobre su entorno ante las acusaciones de dopaje sin pruebas vertidas en 2004 en el libro L. A. Confidencial, en el que se publicaron testimonios de su ex masajista Emma O'Reilly.

Por otra parte, en Bélgica y Francia la justicia ha imputado a varios de los detenidos el miércoles en flagrante delito de tráfico de sustancias dopantes -especialmente, el llamdo puchero belga: un compuesto con anfetaminas, heroína y cocaína, y también EPO y hormona del crecimiento- y ordenado su ingreso en prisión. Entre ellos figuran el ex ciclista francés Laurent Roux, de 33 años y retirado hace dos tras ser sancionado con cuatro por un positivo; el ex ciclista belga Jean-Marie Vernie, de 44 y profesional entre 1988 y 1990, y el masajista belga Freddy Sergeant, de 62 y cerebro del clan, quien, a finales de los 80, trabajó en el ADR, el equipo con el que el norteamericano Greg LeMond ganó el Tour de 1989.