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Columna
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La libertad

Lola Ruiz Domenech, concejal del Ayuntamiento de Granada, está promoviendo una moción de solidaridad con el ciudadano Mumia Abu-Jamal. Se trata de hacer realidad la declaración de Granada como ciudad refugio para escritores perseguidos. Todas las fuerzas políticas con representación municipal, incluida Izquierda Unida, decidieron hace pocos meses solidarizarse con Raúl Rivero, el poeta cubano. Ahora le toca turno a Mumia Abu-Jamal, un luchador contra el racismo y las violaciones policiales de los derechos humanos. Veremos que pasa, porque este ciudadano, además de negro, periodista y perseguido, es norteamericano. Se ganaba la vida en una radio, era considerado como "la voz de los que no tienen voz", fue presidente de la Asociación de Periodistas Negros de Filadelfia y recibió el Premio Armstrong en reconocimiento a la dimensión social y profesional de su trabajo. Un mal día recibió también un disparo en el pecho y la acusación de haber asesinado a un policía blanco. Empezó entonces uno de esos tormentos tan característicos de la justicia norteamericana, recogidos en las películas y en los informes de Amnistía Internacional, en la que aparecen y desaparecen los expedientes, las confesiones falsas, los testigos incómodos, y hay cambios de miembros del jurado por asuntos de piel. Sin pruebas, pero con mucha convicción, fue condenado a muerte en 1982. Lleva 23 años en la cárcel. La ciudad de París, para acompañar su soledad desde la lejanía, lo ha nombrado huésped de honor. Se plantea ahora en Granada una iniciativa semejante. Veremos que pasa.

Bush ha prometido a los norteamericanos que extenderá su libertad en el mundo. Supongo que el ejemplo de Irak ha resultado alentador y que señala un camino de actuación para resolver conflictos internacionales. Lo que no entiendo es por qué no aplican a ciudadanos incómodos como a Mumia Abu-Jamal la solución Guantánamo. Puestos a violar los derechos y los amparos sociales, mejor es buscarse un territorio extranjero para no manchar el suelo patrio. La democracia norteamericana ha descubierto que no basta con que los delincuentes vivan fuera de la ley antes de ser detenidos y que tiene sus ventajas mantenerlos en la sombra legal una vez presos. El cinismo democráticos es tan cruel como la barbarie a pecho descubierto. Las palabras son papel sucio. Es difícil no sentirse humillado como demócrata ante los discursos de Bush, un presidente que anuncia la extensión de la paz después de haber provocado un genocidio basándose en mentiras, pruebas falsas y juegos de frontera. En estos momentos de la historia, cuando los derechos democráticos se degradan en nombre de la seguridad y cuando los intereses especuladores juegan a la deslocalización para huir de las obligaciones sociales, las cuestiones jurídicas cobran una importancia capital. Que una constitución sea una constitución de verdad, y no un tratado entre naciones, es algo más que un matiz, algo más que un detalle jurídico. El verdadero debate político está hoy en los detalles jurídicos y en el establecimientos preciso de fronteras a la hora de equilibrar los derechos, las obligaciones y las responsabilidades. Mumia Abu-Jamal sabe que nada es más solidario que una buena ley con posibilidades de cumplimiento. Los ejércitos no extiende la libertad.

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