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Ana María Sánchez muestra con la ONE el desgarro de 'Salomé'

La soprano ahonda en su gusto por Strauss

Jesús Ruiz Mantilla

Ha pasado de intentar apaciguar la histeria vengativa de Electra, con su papel de Crisotemis, al romanticismo desaforado de Salomé. El caso es que Ana María Sánchez, soprano española catapultada al éxito internacional, está atrapada con gusto en las redes de Richard Strauss, ese genio del que se ocupa este fin de semana la Orquesta Nacional de España y que junto a Wagner y Schönberg forman el repaso a una nueva entrega del programa Viena 1900.

Espera, como siempre, al autobús con sus admiradores de Elda (Alicante), su pueblo natal y su lugar de residencia. La siguen por toda España: que si el teatro Real, que si el Liceo, que si éste o aquel otro festival... y, cuando pueden, por Europa, donde Ana María Sánchez triunfa desde hace años con sus papeles dramáticos y su voz contundente de cantante generosa en los esfuerzos.

Actúa en Madrid hoy, mañana y el domingo en el Auditorio Nacional, con la ONE y Josep Pons en la dirección, y se meterá en la escena final de Salomé, la ópera de Richard Strauss que ya ha preparado a fondo para su repertorio, en el que también está Electra. "Me fascina el desgarro que le imprime a los sentimientos femeninos. En Salomé me cautiva el amor pasional al rojo que tiene esta mujer capaz de preguntarse qué es más fuerte o más grande, si el misterio de la vida o el de ese sentimiento", dice Sánchez, que comparece con su sonrisa sonora y sus cicatrices a la vista, la última en la muñeca izquierda que se la cortó con un vaso mientras hacía Tosca en el Real. "A Tosca la tengo apartada, voy a dejarla reposar un tiempo y luego abordarla con otra visión", afirma.

Admite que le gusta cambiar sus cosas humildemente y cree poco en la palabra diva. "Eso ya no existe. Para mí sólo se puede aplicar a esas cantantes que llevan la magia al escenario, como Callas, Tebaldi, Caballé o Victoria de los Ángeles. Ahora sólo se utiliza esa palabra en el mal sentido", afirma.

Prepara nuevas apariciones, como su Isabel de Valois en el Don Carlo, del Real, o María del Carmen, de Granados, retos para los que no va a encontrar directores de escena que le echen en cara problemas físicos. "En eso de la estética en la ópera soy muy clara. Los directores de escena tienen derecho a pedir sus intérpretes, pero los musicales deben mediar y exigir los resultados correctos".

La soprano Ana María Sánchez.
La soprano Ana María Sánchez.CRISTÓBAL MANUEL
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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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