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La empresa pública GISA triplicó la adjudicación de obras en 2003

La firma cambia el sistema de atribución para favorecer las bajas

Terminado el año 2000, las inversiones de GISA no habían superado nunca los 406 millones de euros. Ese año pasaron a 1.267 millones, porque empezó la línea 9 y asumió otras obras que no eran las carreteras. En 2001, la cifra cayó a 815 millones, y en 2003, año electoral, subió de forma espectacular: 3.037 millones, más que en los cuatro años anteriores juntos. Un total de 518 millones se adjudicaron al margen del presupuesto.

Las adjudicaciones de obras hechas por la empresa pública GISA (Gestión de Infraestructuras, SA) en el año 2004 ascendieron a 983 millones de euros. Menos de un tercio de la cifra del año anterior. Pero es que la cantidad adjudicada en 2003 fue extraordinaria en todos los sentidos: 3.037 millones de euros. De ellos, algo menos de la mitad correspondió a la línea 9 del metro (1.379 millones). Mucho más de lo destinado a la misma obra en 2001 (714 millones) e infinitamente más de lo invertido en 2002, cuando no se adjudicó nada de nada.

No sólo creció la cifra de la línea 9, sino también las obras con financiación extrapresupuestaria: de nada en todos los años anteriores, a 581 millones en 2003. Más que todo lo destinado a obra civil en cualquiera de los años previos.

Desde la pasada legislatura y tras una proposición del PP, GISA no puede endeudarse sin que su deuda cuente a efectos de déficit del Gobierno catalán. Pese a ello, las obras que encarga no han dejado de aumentar. El Gobierno catalán, satisfecho de la aportación de GISA, no piensa reducir su actuación. Al contrario. Seguirá encargando diversas obras de todos los departamentos a la empresa que preside Ramon Serra, quien, por encargo del consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, ha modificado los sistemas de adjudicación.

El nuevo método busca rebajar las adjudicaciones y tiene en cuenta todas las ofertas. Considera "baja temeraria" la que queda el 5% por debajo de la media de las ofertas presentadas a un concurso; pero no la descarta, sino que ofrece a la empresa la posibilidad de justificar los motivos de su bajo precio. Con ello, GISA consigue licitaciones a la baja y la entrada de empresas que, por los motivos que fuera, antes quedaban siempre excluidas.

El reto de GISA, sin embargo, es ahora adecuar su estructura al crecimiento, ya que las obras ejecutadas y controladas han aumentado a un ritmo superior al 20% en los últimos cuatro años.

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