_
_
_
_
EXPLOSIÓN DE GAS EN GETAFE

El juez ordena investigar las calderas de dos pisos

El dueño del bajo donde se produjo la deflagración había encendido el calefactor tres horas antes

Soledad Alcaide

El gas fue la causa de la explosión ocurrida el miércoles por la noche en un piso de la calle de Valencia, en Getafe. La deflagración se produjo por la acumulación de gas en la vivienda del bajo A del número 57. La hipótesis que considera la investigación policial es que la explosión se produjo cuando una persona activó el interruptor de la luz de la vivienda, lo que provocó un chispazo que inflamó el gas. Lo que todavía no ha podido determinarse es si el propietario del piso, Jorge Robira, de 36 años y herido de gravedad, había encendido con anterioridad la caldera y después se apagó la llama, o si hubo un escape. Para averiguarlo, el juez que dirige la investigación ordenó ayer que Repsol haga un dictamen de las calderas de los dos pisos bajos del edificio.

Más información
Muere el bebé alcanzado por la explosión de un piso en Getafe

La policía tomó ayer declaración a Robira, herido de gravedad por la explosión, por lo que está ingresado en el hospital de Getafe. Su relato explica que tenía pensado alquilar la vivienda en la que se produjo el siniestro. Antes de enseñarla a los posibles inquilinos, acudió a ella, sobre las siete de la tarde del pasado miércoles, con la intención de encender la calefacción a fin de que el piso estuviera caldeado cuando llegaran los posibles inquilinos.

Robira aseguró que dejó la caldera de gas encendida. Pero lo que no está claro es lo que ocurrió después: si la llama se apagó accidentalmente, o bien si se produjo una fuga. Para tratar de aclararlo, el juez del caso ha ordenado que sea retirada esa caldera y la del piso colindante para ser sometidas a estudio por técnicos de Repsol.

Robira manifestó a la policía que unas tres horas después de haber encendido la caldera regresó al piso con las personas que iban a alquilarlo y con una amiga, María del Carmen Sánchez, y un hijo de ésta, de 10 años. Nada más entrar en el piso, Robira olió a gas y corrió hacia la terraza con la intención de cerrar la espita. Pero antes de que pudiera hacerlo, una de las mujeres pulsó un interruptor eléctrico para encender la luz, lo que provocó la explosión.

Cocina de vitrocerámica

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Gas Natural difundió un comunicado en el que aportaba otra versión, aunque un portavoz de la compañía precisó después que no podían asegurar que ésta fuera la explicación definitiva. Según esta versión, los técnicos de Gas Natural revisaron en julio del año pasado la instalación del piso afectado, encontrándola "correcta". Sin embargo, ahora han comprobado que el dueño del piso "había realizado obras particulares para sustituir la cocina de gas por una cocina vitrocerámica eléctrica".

Estas obras, prosigue el comunicado, "no requieren la intervención de las compañías suministradoras, por lo que la realización de esta operación no supuso en ningún momento la intervención de Gas Natural". Además, la empresa afirma que la instalación de esa vivienda se puso en servicio en septiembre de 1993, y la última vez que se había inspeccionado fue en julio pasado. Pero, añadía, las obras fueron posteriores.

La presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, anunció ayer que se van a "adoptar todas las medidas a su alcance" para evitar que ocurran nuevas explosiones de gas y para que las inspecciones que realizan cada cuatro años la Administración autonómica y las compañías suministradoras sean más efectivas.

Aguirre, que se refirió al suceso tras el Consejo de Gobierno, afirmó que los inspectores de Industria estaban analizando lo sucedido, con el fin de enviar sus conclusiones a Gas Natural "y evitar que un edificio como éste, inspeccionado hace un año, sufra este tipo de tragedias". Además, anunció que la Comunidad prestará ayuda a las familias afectadas y exigirá a las compañías de gas una mayor prevención. También descartó de plano que la explosión fuera resultado de un atentado terrorista, hipótesis que se consideró durante toda la noche del miércoles.

Por la mañana, el delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez, había informado que en el lugar no se habían encontrado explosivos, pues en un principio las fuerzas de seguridad que acudieron al lugar del siniestro se quedaron sorprendidas de cómo se había producido la deflagración. En lugar de una onda expansiva horizontal, que es la que habitualmente provocan las explosiones de gas, ésta había sido vertical, afectando desde el piso bajo hasta la quinta planta. Muchos vecinos mostraban también su extrañeza de que se tratara de gas pues, decían, la explosión había sido un golpe seco y no había habido fuego.

Además, tanto a los bomberos como a los agentes de la Policía Científica les sorprendió en un primer momento la magnitud del destrozo causado. Según el alcalde de Getafe, el socialista Pedro Castro, han quedado afectadas por la onda expansiva 85 viviendas y 47 vehículos, de los que nueve fueron retirados la primera noche al depósito.

Apuntalamiento

Los pisos de los números 55 y 57 quedaron devastados hasta el punto de que será necesario apuntalar la estructura. "Pero no con puntales de madera, sino que tendrá que venir una empresa a hacer un trabajo de apuntalamiento, porque, aunque no hay riesgo inminente, los arquitectos municipales han dictaminado que no se puede hacer hoy", explicaron los bomberos que trabajaban ayer tarde en el desescombro de los dos edificios. Este trabajo se denomina entibado, e implica instalar unas estructuras de hierro que calzan los muros con más precisión.

El alcalde de Getafe firmó un decreto ordenando el entibado del edificio donde se produjo la explosión, pues, al volar los tabiques del inmueble, la estructura ha quedado resentida. Además, los técnicos del Ayuntamiento son partidarios de derribar el edificio por completo. "Pero las aseguradoras se oponen", dijo un portavoz municipal.

La debilidad de la estructura, detectada por los bomberos y los arquitectos municipales, fue la causa de que en un primer momento se les dijera a las familias de los dos inmuebles más afectados que no podrían entrar a sus casas a recoger enseres personales. Finalmente pudieron hacerlo sobre las seis de la tarde, acompañados por un bombero o un agente de policía. Subieron de uno en uno y recogieron en su mayoría documentación personal.

Pero también sufrían muchos desperfectos las casas de la avenida de España, separadas por una calle de tierra de la parte posterior del edificio donde se produjo el siniestro. Tanto a un lado como a otro de la vía, los bomberos tuvieron que emplearse a fondo para desescombrar y, sobre todo, retirar trozos de cornisas y ventanas deterioradas, que quedaron colgando, con riesgo de caer al suelo. Para ello, el servicio de Emergencias 112 llevo a la zona tres vehículos y una autoescala.

"Hay un abanico de unas veinte casas con daños serios. De ellas, unas doce presentan daños graves", explicó un portavoz del servicio.

Una calle maldita por el gas

La calle de Valencia parece maldita por el gas. El siniestro que se produjo ayer no es el primero que viven sus vecinos, que en cinco años han sufrido tres accidentes similares.

La penúltima, el pasado 2 de agosto, cuando hubo una explosión provocada por un vecino en el número 9 de esa calle. Un hombre en tratamiento psiquiátrico, que vivía con su madre y un hermano, y que ya había protagonizado algún escándalo en el barrio, según los vecinos de su inmueble, abrió la espita del gas cuando estaba solo en su casa.

La deflagración le causó heridas de segundo grado en las extremidades y daños de consideración, pues además de destrozar su vivienda provocó un incendio en otros dos pisos. El fuego se propagó por el patio de luces, arrasando las viviendas que encontró a su paso. Además, se hicieron añicos los cristales y mamparas de su edificio y del número 11, aunque ninguno sufrió daños estructurales. Pero los vecinos tuvieron que ser evacuados y el autor fue ingresado en la unidad de quemados del hospital de Getafe.

Cuatro años antes, el 26 de abril de 2000, un escape de gas había provocado otra explosión. En esta ocasión, los operarios de la compañía de telecomunicaciones Madritel pincharon una tubería mientras realizaban los trabajos de cableado de fibra óptica en la ciudad. En esta ocasión, tuvo que ser desalojado el colegio Liceo Juan de la Cierva, además de un bloque de viviendas de la misma calle, que en ese momento ocupaban unas 150 personas.

Entonces, bastó que los empleados de Gas Natural, que llegaron a los 10 minutos, cerraran las válvulas, para que todo volviera a la normalidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_