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Reportaje:

"Nos teníamos que ir, pero no así"

Los vecinos del Turó de la Peira, obligados a abandonar sus vivendas, se preguntan si las obras en un colector eran necesarias

Clara Blanchar

Ahí está el problema y no hay vuelta atrás. Además, se están encontrando soluciones satisfactorias. Pero los vecinos del Turó de la Peira de Barcelona se preguntan si era conveniente tocar el subsuelo de un barrio que igual que tiene aluminosis por arriba la tiene por abajo. "¿Era necesaria la obra? ¿Es normal agujerear 30 metros la tierra en un barrio que no tiene cimientos y que puede caer como un castillo de naipes?", cuestiona el vicepresidente de la asociación de vecinos, Eleuterio Ortiz. La pregunta corría ayer de boca en boca entre las 96 familias que han tenido que abandonar precipitadamente sus viviendas porque un corrimiento de tierras en las obras de construcción de un colector en la calle de Sant Iscle amenaza con que se vengan abajo las fincas de la manzana comprendida entre esta vía y las de Inca y de Montsant. En el barrio se la conoce como la manzana Q.

El concejal de Nou Barris, José Cuervo, explicó ayer que las obras del colector comenzaron hace unos meses "en mina, sin abrir la calle" pero "al final los técnicos vieron que había riesgo y decidieron abrir una zanja y trabajar al aire libre". Hasta que la rotura de una tubería provocó un deslizamiento de tierras, según la versión municipal, o el deslizamiento originó la rotura de la tubería, según explicó ayer un portavoz de Aguas de Barcelona.

"Sabíamos que nos teníamos que ir, pero no así. Mi hija es adolescente y tiene aquí su vida. No se quiere ir". Ferran Berengué, publicista, vivía hasta ayer en el número 2 de la calle de Montsant y no tenía que marcharse hasta dentro de dos años, cuando finalizara la construcción de su nuevo piso. Su caso es el mismo que el de otras 56 familias. El consistorio, a través de la empresa municipal Regesa, comenzó ayer los trámites para realojarlas en pisos puente. De momento, vivirán unas semanas en un hotel. También se alojarán en hoteles las otras 40 familias afectadas por el deslizamiento de tierras pero a las que sólo faltaba un mes para mudarse a sus nuevas viviendas.

La otra gran prioridad es ahora vaciar los 96 pisos, que se dice pronto, pero se requerirán no menos de cinco días, a razón de tres pisos y escalera cada día, según los cálculos municipales. "No sé ni por donde empezar", explicaba ayer Yolanda Aras. "Tengo un bebé a 39 de fiebre, pero ¿cómo me quedo en un piso con unas grietas así?" exclamaba indicando un ancho de un palmo. Más reticencias están mostrando los vecinos mayores, después de más de 40 años viviendo en el barrio.

Tras una jornada de nervios e incertidumbre, el día de ayer finalizó con una asamblea informativa en el Centro Cívico Les Basses. El concejal Cuervo, la gerente del distrito, Gemma Arau, y el consejero delegado de Regesa, Ferran Julià, explicaron a los vecinos las condiciones de realojo. La gran mayoría de las familias dispondrá de pisos puente en el mismo barrio, en edificios que forman parte de promociones anteriores del plan de reforma del Turó de la Peira y en los que hay viviendas vacías. Si alguna familia prefiere ir a casa de un familiar, el Ayuntamiento le proporcionará una ayuda de 700 euros al mes. Los responsables municipales también tranquilizaron a los afectados asegurándoles que costearán tanto los traslados como el servicio de guardamuebles, en caso de que sea necesario.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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