¡Qué pronto pasan tres años!
En los tres años últimos, los 4.600 fondos de inversión que se distribuyen en España aún acumulan pérdidas medias anuales del 1,23%; la mayor parte de esas pérdidas hay que atribuírselas a la caída de las bolsas que se produjo entre marzo de 2000 y marzo de 2003, así como a la depreciación del dólar.
En efecto, a pesar de la fuerte subida de los índices bursátiles a lo largo de los dos últimos años, aún les queda, a la mayor parte de ellos, un buen trecho que recorrer hasta situarse en los niveles máximos que alcanzaron a comienzos de 2000. Entre los que están más cerca de esas cotas se encuentra el norteamericano índice Dow Jones, que terminó 2004 a sólo 1.000 puntos (apenas un 9% de subida) del 11.750 que fue su máximo histórico.
El más alejado de lo que fue su nivel más alto es el Nasdaq Composite (que refleja esencialmente la evolución de las empresas tecnológicas), y que aún tendría que subir un 136% para volver a alcanzarlo. De ahí que para ese mismo periodo de tres años sean los fondos tecnológicos y biotecnológicos los que siguen acumulando las mayores pérdidas medias anuales, 18% y 15,5%, respectivamente.
El otro impacto negativo que han tenido que encajar los fondos de inversión ha sido la depreciación del dólar, que ha hecho que los buenos resultados que puedan haber alcanzado algunos fondos que invierten en esa divisa se hayan visto ensombrecidos después, al efectuar el cálculo de sus rentabilidades en euros (hay que tener en cuenta que en los últimos tres años el dólar ha venido acumulando una depreciación cercana al 40% frente al euro). Por cierto que el efecto negativo de la divisa no sólo afecta a los fondos que invierten en renta fija o en renta variable norteamericana, sino a la multitud de fondos globales que, aun invirtiendo en países diferentes de Estados Unidos, lo hacen en instrumentos financieros denominados en dólares.
Las mejores rentabilidades medias anuales durante los tres últimos años corresponden a fondos que invierten en países emergentes, bien del sureste asiático, bien del este de Europa (con rentabilidades en media anual situadas en el 20% en el último caso y por encima del esa cifra en el primero).
También la fuerte subida en el precio del oro a lo largo de los tres últimos años (en que ha pasado de 275 a 452 dólares la onza) ha propiciado que los fondos que invierten en valores ligados a la explotación de metales preciosos estén en rentabilidades medias anuales del 18%.
El comienzo de un nuevo año siempre es temporada alta para las predicciones. De ahí que sea difícil resistir la tentación de hacer un poco de prospectiva sobre lo que puede ocurrir de aquí a 12 meses en los mercados financieros como vía para estimar el correspondiente impacto en la rentabilidad de los fondos de inversión. Pues bien, en 2005 parece que todo va a venir condicionado por la evolución del dólar frente a las principales monedas (algo parecido resultaba igual de evidente hace un año, aunque después fuera el precio del petróleo el que determinara, de manera absoluta y principal, la evolución de los mercados; hay que reconocer, sin embargo, que cualquier pronóstico que hubiera podido hacerse entonces sobre lo que iba a suceder en el mercado del petróleo se habría considerado, en aquel momento, punto menos que lunático).
Este año, en cambio, se hace mucho menos hincapié que el pasado en la subida de los tipos de interés. Quizá porque la mayoría de los pronósticos resultaron exagerados (en cuanto a la subida de los de largo plazo, al menos). Y es que lo vivido en 2004 con los tipos de interés es algo que sólo se ve muy de tarde en tarde, y es que mientras la Reserva Federal de Estados Unidos subía los de corto plazo, el mercado de renta fija reaccionaba con una bajada de los de largo. De ahí la necesidad de que los pronósticos deban tomarse cum granu salis, pues a lo máximo que puede aspirar la mayor parte de ellos es a parecer razonables en el momento en el que se hacen.
El año 2005 tiene todo el aspecto de que va a ser, de nuevo, bueno para los fondos de renta variable; al menos hasta el final del verano, si bien será difícil que los de renta variable española puedan proporcionar las elevadas rentabilidades medias de 2004. Los de renta fija, salvo que se produzca un repunte inesperado de la inflación, tendrán rendimientos moderados pero positivos, en niveles muy parecidos a los de este último año. Quizá la mayor incógnita vuelva a pesar sobre los fondos que invierten en dólares, pues, aunque la tendencia de éste sigue siendo bajista, está ya muy cerca de su nivel más bajo de los últimos 20 años, por lo que puede que una recuperación transitoria lo sitúe a finales de 2005 en niveles muy parecidos a los actuales.
Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.
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