La 'larga marcha' de Aerolíneas Argentinas
La compañía ha salido de la suspensión de pagos y remonta el vuelo tras 15 años en crisis
Aerolíneas Argentinas es como el Ave Fénix, que renace una y otra vez de sus cenizas. La compañía aérea de bandera argentina acaba de pagar la tercera y última cuota del concurso de acreedores convocado en junio de 2001 y anuncia beneficios operativos por segundo año consecutivo, estimados en 38 millones de euros para 2004. Hace sólo tres años, cuando la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) se la traspasó por un dólar a Air Comet, una empresa del grupo español Marsans, Aerolíneas estaba en una virtual "quiebra técnica".
La gestión española a cargo de Iberia durante ocho años (desde su privatización en noviembre de 1990), posteriormente por parte de American Airlines y, por último, de la SEPI, dejaron a Aerolíneas en un estado terminal. La compañía, que unía a 50 ciudades del país, llegó a volar a 17 países y tenía oficinas en 72 ciudades de todo el mundo, quedó sin patrimonio, casi sin aviones y con casi 6.000 trabajadores a punto de perder definitivamente sus empleos.
Actualmente el grupo transporta el 60% de los viajeros de la ruta Madrid-Buenos Aires
La privatización de Aerolíneas fue la primera de todas las liquidaciones de bienes del Estado impulsadas por el Gobierno del ahora procesado Carlos Menem. Aerolíneas tenía una flota de 28 aviones propios y uno alquilado, antes de que se incorporaran los de la línea de cabotaje Austral. Con una plantilla de 11.500 trabajadores, era considerada una de las líneas aéreas más seguras del mundo.
A finales de 1990 la empresa, que facturaba entonces 1.600 millones de dólares al año y tenía ganancias netas estimadas en 90 millones de dólares, se entregó sin deudas. El Estado argentino absorbió el pasivo de 741,35 millones de dólares. El consorcio encabezado por Iberia-Cielos del Sur, la empresa argentina propietaria de la línea de cabotaje Austral, se comprometió a pagar 260 millones de dólares y 1.610 millones en títulos de la deuda, que se cotizaban al 20% en el mercado internacional, por el 85% de las acciones. Pero el único pago efectivo que se hizo fue de 133 millones de dólares.
Una inédita cláusula del contrato permitió a Iberia cargar en el pasivo de Aerolíneas la deuda contraída para comprarla. Así, en el primer año de administración privada la compañía tenía ya 550 millones de pasivo. Comenzaba la fuga hacia delante.
En julio de 1992, tras una serie de incumplimientos del contrato, el Gobierno aceptó un nuevo acuerdo para comprar transitoriamente una parte del paquete accionarial de Aerolíneas, y la inclusión en el pasivo de los préstamos. El Estado tenía entonces el 43% de la empresa española de bandera argentina. La crítica situación financiera obligó a las partes a un nuevo acuerdo en abril de 1994. Al año siguiente, los accionistas de Aerolíneas enfrentaron la crisis financiera vendiendo las oficinas de Nueva York, París y Francfort y las sedes de Buenos Aires, entre otros bienes. De los 29 aviones propios le quedaban sólo 10. En octubre de 1998, American Airlines se encargó de la gestión de la compañía y la abandonó un año más tarde con resultados aún más negativos. En 2000, la SEPI presentó su plan director y, aunque fue rechazado, un nuevo acuerdo permitió salvar a Aerolíneas de la liquidación. La Administración española se comprometió a capitalizar los 650 millones de dólares ya aportados y a tratar de no reducir la plantilla de trabajadores.
La SEPI eligió al grupo Marsans-Air Comet, poco conocido entonces en Argentina, entre nueve empresas que se postularon para gestionar Aerolíneas. El traspaso se hizo al valor simbólico de un dólar. La SEPI se hizo cargo de los pasivos y se comprometió a inyectar otros 758 millones de dólares para sanear y reactivar la compañía.
Según sus auditores, "la SEPI destinó 300 millones de dólares para cancelar pasivos de la deuda de Aerolíneas. Sin embargo, el destino que Air Comet-Marsans le dio a esos fondos fue totalmente distinto: a cambio de saldar con ese dinero las deudas, se las subrogó o compró por un total del 80%", 190 millones en créditos comprados a los Bancos BBVA, Citibank y ABN Amro, y 56 millones a Repsol YPF, "motivo por el cual el grupo Marsans es, gracias al dinero del Estado español, el principal acreedor de Aerolíneas Argentinas, además de su dueño. Y, aunque los principales acreedores de Aerolíneas cobraron, el deudor continuó debiendo lo mismo, pero a otro acreedor: el grupo Marsans".
Actualmente, Aerolíneas transporta casi el 60% de los pasajeros en la ruta Buenos Aires-Madrid. El grupo incorporó 2.500 empleados en momentos en que el país atravesaba la peor crisis económica de su historia contemporánea. El plan de inversiones para los años siguientes contempla construir la llamada Ciudad Aerolíneas, una gigantesca sede corporativa en el aeropuerto bonaerense de Ezeiza
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