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Columna
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Subida de sueldos

Con la llegada del año nuevo, el alcalde de Alicante ha decidido subirle el sueldo a la oposición municipal. A partir del corriente mes de enero, no habrá concejal del Ayuntamiento alicantino que cobre menos de 50.000 euros al año. Si no podemos decir que se trate del sueldo de un alto ejecutivo, tampoco es, precisamente, el salario mínimo interprofesional. Dada la importancia adquirida por las retribuciones, no me extrañaría que se produjera un aumento de las vocaciones de concejal en las próximas elecciones.

En la decisión de Díaz Alperi, veo el gesto del empresario inteligente que ejerce una acertada política de personal. Los manuales de recursos humanos explican que, si los trabajadores se sienten satisfechos con su salario, mejora el rendimiento laboral y el ambiente de la empresa. Y esto es lo que ha pretendido Luis Díaz, a mi entender: que la oposición se encuentre satisfecha y se disfrute de un mejor clima en la corporación municipal. No creo que pueda albergarse alguna duda de que, de este modo, la oposición continuará siendo ese fiel aliado que Díaz necesita para gobernar en el Ayuntamiento. Yo, desde luego, no encuentro razones para que unas personas tan excelentemente pagadas contraríen a su benefactor.

Ante la decisión de aumentar los salarios, se ha escrito, en un tono crítico, que Luis Díaz premiaba la ineficacia de la oposición. Desde el punto de vista de los ciudadanos, la objeción está plenamente justificada. Es evidente que el Ayuntamiento de Alicante carece de una verdadera oposición municipal desde hace tiempo. El propio aspecto de la ciudad así lo manifiesta. Pero, visto el asunto desde los intereses de Díaz Alperi, no cabe duda que la falta de oposición le ha producido al alcalde unos réditos excelentes. De haber tenido enfrente una minoría trabajadora y eficaz, Luis Díaz se habría visto en situaciones difíciles, y es probable que no hubiera sido reelegido alcalde de Alicante con tan insultante facilidad.

La propuesta de Díaz de aumentar los sueldos a la oposición ha sido aceptada de inmediato por los concejales del grupo socialista. A estos señores les ha parecido natural que el alcalde adoptara una medida que les beneficiaba económicamente. Ni uno solo de sus componentes ha considerado que la decisión pudiera afectar a su imagen pública o a la de su partido. ¿Cómo es posible que unos militantes lleguen a este punto? Se ha dicho muchas veces que los socialistas alicantinos no son, en absoluto, unas personas que ansíen el poder municipal. Si no se advierte esto, es imposible entender lo que sucede en la política alicantina.

Las mayores discusiones que se han producido, hasta el momento, en el PSOE de Alicante no se han debido a motivos ideológicos, sino a cuestiones pecuniarias y de control de la organización. Los dirigentes del socialismo alicantino -unos jóvenes prometedores tiempo atrás- se han hecho mayores. Han pasado los años. Llegados a cierta edad, estos dirigentes están fatigados y todo cuanto desean es continuar en el mando sin que se les incomode, ni se les plantee cualquier dificultad. La prueba es que cuando algún miembro de la agrupación ha mostrado ganas de trabajar, se le ha considerado un ambicioso sin escrúpulos al que se han sacudido de encima a la primera oportunidad. Vivir en la oposición -eso, sí, cómodamente- es todo cuanto ambicionan.

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