La ardilla
El suelo urbanizado se ha disparado un 25% en España en apenas una década. Así lo revela un estudio del Instituto Geográfico Nacional realizado con fotografías desde un satélite. El mapa destapa un aumento espectacular de la construcción en el litoral mediterráneo, así como miles de obras irregulares ignoradas por las estadísticas. También, aunque no lo dice el estudio, por los ayuntamientos que permitieron que se levantaran. Al parecer unos de los datos que más ha interesado a la Unión Europea, la institución que propicia el estudio, es la galopante presión urbanística del litoral. En el caso de la costa malagueña, la urbanización del primer kilómetro de la franja litoral supera ya el 50%. Pero como todo es empeorable, la cifra alcanza el 80% en municipios como Marbella y Fuengirola. En esta última localidad, la densidad de población es 25 veces superior a la media provincial. Aunque tampoco lo dice el informe, es de suponer que el satélite ha recogido el municipio 101 de la provincia de Málaga. Un nuevo pueblo con 23.000 viviendas. Las que se construyeron ilegalmente en Marbella en contra del ordenamiento urbanístico y sobre suelo no urbanizable. O sobre terrenos donde se proyectaron colegios que nunca tendrán alumnos, ambulatorios a los que no acudirán enfermos y zonas verdes donde ningún niño se podrá caer de un columpio.
La franja costera entre Málaga y Marbella va camino de convertirse en un interminable paseo marítimo. La gran avenida del colesterol de la UE, en la que jubilados españoles, alemanes e ingleses, entre otros, darán su media hora de paseos matinales para rebajar las cifras de esta molécula grasa. En los 60 kilómetros de litoral entre Málaga y Marbella no hay un metro libre, por eso la ardilla que antaño era capaz de cruzar la península ibérica de árbol en árbol, se ha adaptado a los tiempos modernos. Ahora podría corretear de ático en ático. Y de grúa en grúa. Recorriendo de salto en salto la primera línea de playa. Y la segunda. Desde los tejados de los pisos hasta alcanzar el monte. No es un problema sólo de Málaga. Desde Algeciras a Estambul, el ladrillo ya no te deja ver el azul de las largas noches de invierno. Tampoco escondido tras las cañas duerme el primer amor de nadie. Todo el mundo sabe que las cañas no crecen en el cemento.
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